Una cosa lleva a su favor Matías Almeyda al asumir como timonel del Guadalajara: que tiene todo que ganar... y nada que perder. De las reacciones que generó la decisión del alto mando rojiblanco, de endosar a Chepo de la Torre la factura de los platos rotos y decantarse por la contratación de un técnico argentino totalmente desconectado del futbol mexicano, se infiere que la inmensa mayoría de los observadores concuerda en que el cese del entrenador fue una reacción visceral —muy a su estilo, por lo demás— del dueño del juguete; y la incorporación de Almeyda, una ocurrencia.*Los precedentes, en lo que hace a los técnicos argentinos que han pasado por el puente de mando del equipo más popular de México, son inquietantes: ninguno aportó gran cosa a favor de la cacareada grandeza de la organización... y ninguno hizo huesos viejos. Ricardo La Volpe tuvo dos gestiones; en la primera, hace 25 años, dirigió a las “Chivas” en 14 partidos; en la segunda, hace unos meses, lo hizo en cuatro encuentros. Miguel Ángel “Zurdo” López, reemplazante en la primera “era” de La Volpe, estuvo dos temporadas (incompleta la primera) con el “Rebaño”. Osvaldo Ardiles sólo estuvo nueve jornadas con los rayados. Óscar Ruggeri estuvo dos torneos completos y dos incompletos, y calificó una sola vez a la “liguilla”. Carlos Bustos, finalmente, llegó para el Apertura del año pasado, y se fue —con más pena que gloria... como la mayoría de los técnicos que han pasado por ahí— al cabo de 10 jornadas.*Almeyda, con el antecedente de haber participado con River Plate y Banfield en las campañas del ascenso de esos equipos, llega al “Rebaño Sagrado” como bombero: con la encomienda de transformar al equipo; de dar al plantel los fundamentos teóricos necesarios para mejorar el funcionamiento... y, sobre todo, el rendimiento.Es poco probable que el dueño del juguete lo reconvenga por suscribirse a fórmulas pragmáticas, que le permitan aspirar, por sobre todas las cosas, a los resultados; es poco probable que se le exija que el estilo del equipo se suscriba a lo que algún merolico que anda por ahí llamó alguna vez “la filosofía chiva”...Almeyda, por lo demás, llega con el pedestal de héroe a su alcance. Porque el otro rol protagónico de la película —el de villano—, ya tiene dueño.