La del Mercado Corona, según todos los indicios, será, al final de la película, un ejemplo perfecto de una dorada oportunidad que el destino regaló a Guadalajara para recuperar la dignidad que alguna vez tuvo su Centro Histórico —y que gradual e inexorablemente se está perdiendo— ... y que las “h.” autoridades decidieron tirar al caño.Mire usted...-II-Si el mercado original (construido a finales del Siglo XIX, por disposición del entonces gobernador Ramón Corona, en un predio que anteriormente había sido cementerio y hospital; reconstruido a raíz de un incendio ocurrido en 1910; ampliado y remodelado en 1951, y reconstruido de nuevo en 1963) era indigno de la pretendida “Perla de Occidente”, el que lo sustituyó era —que nadie se ofenda, por favor— una vergüenza. Algún presidente municipal llegó a plantear la posibilidad de extirparlo... pero le temblaron las piernas para hacerlo.Cuando el incendio de mayo del año pasado llevó a la decisión de levantarlo de sus cenizas —literalmente—, la inventiva de las “h.” autoridades sólo dio para disponer que si ahí había más de 500 locatarios, hubiera otros tantos locales en el nuevo... No alcanzó, en cambio, para entender que la desgracia representaba una ocasión para hacer algo mejor: un paraíso de la gastronomía como los hay en muchas ciudades del mundo (Madrid, Barcelona, París, Roma, Sao Paulo, Santiago, Buenos Aires...), y de las que un ejemplo perfecto es, sin ir más lejos, el mercado de la Colonia Roma de la Ciudad de México. Aunque tanto en el Gobierno del Estado como en la presidencia municipal hay sendas secretarías de “Promoción Económica”, no hubo entre los burócratas que cobran —o cobraban— en ellas, ninguno con la imaginación necesaria para proponer que los locatarios constituyeran pequeñas empresas que manejaran establecimientos de Primer Mundo, a imagen y semejanza de los ejemplos señalados.-III-Al margen de la incapacidad que se tuvo para resolver el problema de los mantos freáticos, que cualquier pasante de ingeniería habría resuelto, en el tema de los espacios se optó por repetir, en lo que hace al diseño y la distribución de los mismos, exactamente el mismo error que ya se había cometido en el subterráneo de la Plaza Guadalajara...Sólo que, esta vez, a gran escala. “A lo bestia”, pues... Con lo que volvió a demostrarse que “El hombre es el único animal que se tropieza dos veces en la misma piedra”.
