Viernes, 10 de Octubre 2025
Entretenimiento | La contracrónica

El calvario de un productor

Hay algo extraño en lo que hace Miguel. Los productores usualmente no andan en la calle buscando a los medios de comunicación

Por: EL INFORMADOR

El centro de Morelia porta los carteles y mantas que anuncian el Festival de Cine.  /

El centro de Morelia porta los carteles y mantas que anuncian el Festival de Cine. /

MORELIA, MICHOACÁN (18/OCT/2011).- Miguel Álvarez camina a paso veloz por las estrechas calles de Morelia, a veces esquiva paseantes, a veces “torea” carros. Avanza con un enorme maletín y mira a todos lados, busca algo.

De repente su mirada se clava en el objetivo. Observa a dos hombres con cámara y micrófonos y de inmediato los aborda. “Hola, me llamo Miguel Álvarez y soy productor, ¿quieren ver mi película?”.

Hay algo extraño en lo que hace Miguel. Los productores usualmente no andan en la calle buscando a los medios de comunicación (suele ser al revés). “La gente cree que ser productor es mucho más glamoroso, pero no, detrás de esto hay mucha chamba”, afirma mientras se seca el sudor con un pañuelo. Se le hace notar sin embargo que es poco común ver a quienes ejercen ese papel en la industria cinematográfica repartir volantes de su trabajo y atraer a medios y espectadores a sus películas. “Es que si no lo hago yo, ¿quién?”.

No es la primera vez que Miguel Álvarez, de la casa productora Galatea de Tijuana, se “descuelga” desde Baja California para promover una producción suya en Michoacán con todo en contra, literalmente.

Para empezar, la película que promueve no está en el festival, no se va a proyectar en una sala de cine profesional y mucho menos va a contar con una alfombra roja. “No pudimos alcanzar lugar en el Festival de Morelia, creo que se requiere cabildear demasiado y no tenemos recursos para hacerlo”, afirma torciendo la boca y sin ocultar con su voz el malestar de que un festival “grande no le haga caso a las producciones chicas”.

Cuando se le cuestiona sobre si no era mejor idea promover la película en Tijuana y en el mercado americano, mucho más grande y poderoso, el semblante de Álvarez no cambia en lo más mínimo. “Tampoco allá hay interés por la producción independiente. Andamos en lugares al aire libre y teatros del pueblo. Es muy difícil la chamba de productor”.

Con un marcado acento norteño, Miguel reconoce que los productores, como quien juega en la perinola, a veces ponen todo y no sacan nada. Apenas termina de decir esto cuando ve a lo lejos a otros hombres con cámaras de video y micrófono. Se despide, aprieta el paso, esquiva gente y “torea” carros.

EL INFORMADOR/Juan Francisco González Rodríguez

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