Entretenimiento | La educación medioambiental debe ser, por tanto, mucho más que una lección de biología en el salón de clases ARQUITECTURA: ESPACIOS VERDES URBANOS: Necesidades educativas La educación medioambiental debe estar vinculad de manera directa a la vida urbana y de tal forma a la manera en que estamos acostumbrados a vivir la ciudad, al modo en que pensamos y configuramos nuestro imaginario urbano. Por: EL INFORMADOR 8 de mayo de 2008 - 17:12 hs Por: Álvaro Morales Sexta y última entrega “El jardín debe ser un lugar de educación estética”, Rosario Assunto Cuando hablamos de necesidades educativas, hablaremos principalmente de la educación medioambiental por ser el rubro más escasamente tratado dentro de los procesos educativos urbanos, pero es de igual manera trascendente el buscar una propuesta educativa para los valores ciudadanos y de convivencia urbana como la tolerancia, el respeto a la diversidad, a la alteridad y a la diferencia como las formas de hacer una ciudad no sólo habitable en términos de sanidad ambiental, sino solidaria y humana. “La ciudad -la define J. Alguacil Gómez- simboliza y expresa la igualdad, pero ello no será posible sin la solidaridad y la sociabilidad; la ciudad sólo será tal si procura la organización física de ‘la coexistencia’, y si es capaz de significar el desarrollo de la responsabilidad social”. Igualmente y siguiendo la idea expresada en el epígrafe que encabeza este capítulo, creemos que se debe de enfatizar una educación estética -del jardín en sí como arte y de los elementos de la naturaleza y escultóricos-, una educación de la percepción, de los sentidos y de la agudeza visual. Una educación en y desde la belleza, para educar en la libertad y la democracia como lo explica R. Assunto: “La libertad en la que educa el jardín es el goce contemplativo del lugar, en el disfrute de su belleza, es la libertad de cada uno como condición y límite de la libertad de todos; y por ello promueve la auténtica democracia. Una democracia de individuos, fundada sobre el imperativo kantiano que pretende que se trate a la humanidad como fin, nunca como medio”. La educación medioambiental debe estar vinculad de manera directa a la vida urbana y de tal forma a la manera en que estamos acostumbrados a vivir la ciudad, al modo en que pensamos y configuramos nuestro imaginario urbano. La percepción de la ciudad separada de los procesos naturales que sostienen la vida, ha sido durante mucho tiempo un problema básico en el pensamiento medioambiental, una constante que aleja al ser urbano de la naturaleza que le rodea en su vida cotidiana, haciendo que se conozca más la naturaleza de territorios distantes que la de su propio entorno, la de su barrio o su ciudad. La educación medioambiental debe ser, por tanto, mucho más que una lección de biología en el salón de clases o la excursión anual al campo, a ver animales y flores. Esto no sirve como sustituto para la experiencia constante y directa, apropiada a lo largo de la vida diaria y a la interacción con los lugares cercanos, donde uno vive. También, como lo plantea M. Hough: “Puede decirse que la alfabetización de cómo funciona el mundo, es inhibida por cómo hemos sido enseñados a pensar sobre el medioambiente que nos rodea y sobre nuestra relación con él”, ya que pensamos en la naturaleza y los procesos naturales como algo lejano del ser urbano, que sólo nos sentimos “en contacto con la naturaleza” cuando abandonamos nuestro entorno habitual, y nos refugiamos en ámbitos que consideramos “más naturales”. Uno de los objetivos de la educación ambiental será la de volver a la conciencia de que por más urbanos que seamos, somos seres que formamos parte del mundo natural y que en nuestro contexto inmediato se pueden dar formas de vida de una gran diversidad y complejidad que deben ser admiradas y respetadas. En nuestra ciudad, los pocos y descuidados espacios verdes urbanos se utilizan para fines recreativos y sólo en algunas ocasiones como zonas educativas o de experimentación y disfrute de la naturaleza, pero a pesar de todo, en Guadalajara hay numerosos sitios donde se puede entrar en contacto con la naturaleza. Esta necesidad se hace especialmente patente en el caso de los niños, que prefieren jugar en espacios abiertos no construidos. H. Sukopp y P. Werner platean que “el contacto frecuente de los niños con la naturaleza fortalecerá significativamente sus lazos emocionales. El desarrollo del conocimiento supone utilizar métodos educativos de la enseñanza del medio ambiente desde una perspectiva nueva. Los experimentos llevados a cabo con jóvenes han demostrado que de esta manera se puede reducir la incidencia de actos vandálicos en las zonas verdes urbanas”. Por tanto, las áreas verdes urbanas deben reforzar la apuesta de que la educación será sin duda el factor que nos posibilite mejorar nuestra calidad de vida urbana, ya que creemos que se debería dar tanta importancia al estudio de la historia de la ciudad como a su ecología, se debería poner el mismo empeño en la apreciación del patrimonio edificado como del patrimonio natural. Hoy en día resulta casi inaudito que se destruya cualquier obra del patrimonio arquitectónico (exceptuando casos tan lamentables y prepotentes como la destrucción del edificio de la Escuela de Música de la Universidad de Guadalajara), pero poca atención merece la destrucción cotidiana y ensañada del, ya de por sí escaso, patrimonio natural. Es fundamental, entonces, que los jardines urbanos sean puntos de encuentro cotidiano de los ciudadanos con la naturaleza, pero también que sean lugares ex profeso para una educación más formal. Para tal efecto se debe emplear el diseño de señales y elementos de apoyo didáctico, pero también se deben buscar convenios con las escuelas cercanas para que sean usados como “aulas abiertas” y desarrollar capacitación para los maestros encargados de la materia en esa mismas escuelas y otras que puedan interesarse. Todo lo anterior, lo que hemos venido abordando a través de las distintas entregas, no puede ser visto como una responsabilidad exclusiva de las autoridades; es un asunto muy urgente para dejarlo sólo en manos de los políticos. Es básicamente la ciudadanía quien tiene que respetar, apropiarse y mantener los espacios verdes públicos existentes, quien tiene que gestionar la creación de nuevas áreas, quien tiene que implicarse en la participación por mejorar la ciudad, la calidad de su vida y la de su familia, de su barrio, su colonia, su entorno. Es parte misma del proceso educativo que todos necesitamos, es parte de convertirnos en ciudadanos, es parte de tomar las riendas de nuestros problemas y sus soluciones. Destacado: Esto es un asunto muy urgente para dejarlo sólo en manos de los políticos. Es básicamente la ciudadanía quien tiene que respetar, apropiarse y mantener los espacios verdes públicos existentes y quien tiene que gestionar la creación de nuevas áreas, quien tiene que implicarse en mejorar la ciudad, la calidad de su vida y la de su familia, de su barrio, su colonia, su entorno. Temas Tapatío Lee También Donde duele, florece: el universo de Frida Kahlo Sobre el pensamiento femenino de las comunidades nahuas del sur de Jalisco Isaac Hernández, del patio de su casa al “Olimpo” del ballet Valses, polkas y Mozart: la elegancia de Viena llega al Degollado Recibe las últimas noticias en tu e-mail Todo lo que necesitas saber para comenzar tu día Registrarse implica aceptar los Términos y Condiciones