Atuendo futbolero

Y la moda retro llegó al Atlas...

Miguel Zepeda, con dos años sin jugar a nivel de élite, retirado prácticamente del futbol, con unos buenos kilos de más en su cuerpo y cuyo nombre salió por última vez el día que fue asesinado el ex futbolista David “Magic” Mendoza cerca del estadio “3 de Marzo”.

Llegó también Daniel Osorno, el jefe de la banda, pero de la banda musical que armó hace años sólo para perder tiempo y dinero, que no cuidó su carrera, que administró mal sus amistades y que hace seis meses recibió la oportunidad de resucitar para el futbol gracias a José Luis Sánchez Solá y al Puebla, además de que entregó el mejor de sus esfuerzos para volver a las canchas con casi 10 kilos menos.

También llega Mario Méndez Olague, jugador en forma, con experiencia en Argentina, discípulo interminable de Ricardo La Volpe y quien seguramente viene para aprender algo de lo táctico de su maestro porque pronto quiere ser entrenador.

Se suma otro jugador de la moda retro, ex rojinegro y quien cosechó experiencias en Santos y Atlante para regresar a la casa que lo vio nacer: Gerardo Espinoza, quien seguramente será utilizado como tercer central.

Vaya que la defensa del Atlas era el principal dolor de cabeza ya que ante la falta de un portero confiable y de muchos novatos en la defensa, se vieron en la necesidad de usar el tianguis de piernas para reforzar esa zona con Mario Méndez, Gerardo Espinoza, Mario Pérez y Omar Trujillo.

Si se incorporán cuatro defensas y está por llegar un arquero extranjero, es porque el Atlas era una calamidad defensiva.

La Volpe, para no variar, antes de irse de vacaciones dejó su amenaza clara de que si no se reforzaban al equipo se iba, a pesar de que tenía seis meses más de contrato. Esperó las elecciones sin preocupación porque era el candidato de los dos aspirantes a la presidencia para continuar en el banquillo.

Perto antes de irse a Europa de vacaciones declaró: “Como cuando asumí, lo dije y lo vuelvo a repetir: si no hay un equipo para buscar un campeonato yo no voy a ser el técnico de Atlas... Está clarísimo de mi parte porque se lo dije a la afición y no voy a faltarle al respeto: si no hay un equipo que yo vea, que yo sienta, que pueda pelear un campeonato, el día 28 (de mayo), señores, lamento que hay seis meses más de contrato pero conmigo no cuentan”.

Esa es una historia común en la relación tormentosa de La Volpe con el Atlas, desde siempre. Aquella otra ocasión que duró cuatro años, fue lo mismo: amenazó unas 50 veces con irse y lo echaron cuando menos quería irse.

Hoy sigue sin asumir que el torneo pasado, gracias a su mal manejo del vestidor, se le fue la calificación en los últimos partidos. Salpicó a todos del nuevo fracaso rojinegro: “Sí fuimos culpables de no haber entrado a la Liguilla, pero no solamente fueron los jugadores, ni fue el cuerpo técnico, fuimos todos empezando por ellos (la directiva) porque en otros equipos en que estuve hay incentivos y no acá que había huelga de ponerse la camiseta al revés porque se debían dos meses y medio (de sueldos)... Es cierto, las cosas no marchaban de lo mejor, pero en el vestidor no pasó nada, el presidente (Fernando Acosta) habló conmigo y no fue en el vestidor, fue en las escaleras. Es cierto que hubo problemas por los pagos, por los incentivos, hubo huelgas y, al final, analizaron las cosas y decidieron jugar (ante Pachuca)”.

Hoy La Volpe tiene lo que pidió: Miguel Zepeda, Daniel Osorno, Gerardo Espinoza, Mario Méndez (todos marca moda retro), Mario Pérez, Omar Trujillo, Andrés “La Pulga” Ríos y un portero extranjero, que podría ser el uruguayo Adolfo Munúa (ex del Depor La Coruña) o el argentino Gastón “Gato” Sessa.

Todos estos jugadores se suman a Darío Botinelli, Gonzalo “Turbo” Vargas, Luis Robles, Ismael Fuentes y Édgar Pacheco, con los cuales puede La Volpe armar un equipo si no para pelear el título, cuando menos para no sufrir ningún dolor de cabeza con el descenso.

Ya tiene lo que pidió. Ahora falta que él cumpla en la cancha con la eterna promesa de hacer del Atlas un cuadro protagonista de la Liguilla.

Ah, y también le cumplieron otro “capricho”: echar a Bruno Marioni del Atlas, cuando el argentino ya se había ganado un lugar en el corazón de La Fiel.