Atuendo futbolero

Aquel viernes 21 de noviembre del año pasado, luego de volver de Brasil, en conferencia de prensa donde leyó un documento, el entrenador de Chivas, Efraín Flores presentó su renuncia aduciendo que no había cumplido con los resultados que esperaban de él la directiva y la afición.

Ese viernes por la mañana, tras haber quedado eliminado de la Copa Sudamericana y de la liguilla del torneo mexicano, Efraín Flores fue lacónico pero firme: “Sin duda alguna, estos 14 meses de mi vida los he vivido de una manera muy intensa, dedicada a la búsqueda de resultados que la institución demanda, y que sus tantos millones de aficionados requieren para que su equipo obtenga los campeonatos deseados. Así lo aprendí y lo sigo aprendiendo como desde que llegué a este club, y con esa responsabilidad y compromiso que asumí este cargo, sabedor de sus consecuencias al no lograr los objetivos”.

Y agregó: “Es por eso que al no poderle dar a toda esta gente que tanto ha confiado en mi dentro de mi institución, como toda la afición que merece mi respeto, y que gracias a Dios me ha dado la virtud de conocer los tiempos, he tomado la decisión, no fácil, de dar un paso al costado y poner mi renuncia a la dirección técnica del equipo de Primera División de Chivas, para que los directivos de este club puedan contratar libremente a un técnico que pueda lograr los resultados que la tradición de esta institución y sus aficionados merece”.

Efraín habló de sus convicciones, valores y principios personales, además de la exigencia que como institución tiene el Guadalajara con sus millones de seguidores. Y al no cumplir los objetivos, decidió hacerse a un lado.

Después de aquel difícil noviembre, Efraín no había vuelto a vivir otro momento semejante, como el que transcurrió en los últimos tres partidos. Dos derrotas consecutivas duelen a un equipo de la importancia de Chivas.

Por eso, el partido de anoche ante Morelia estaba cargado de morbo. Chivas arrancó ganando con el gol del Amaury Ponce, pero Morelia empató y en un partido de ida y vuelta se resolvió todo con un empate que viene a tranquilizar las aguas en el campamento tapatío y de paso también con Morelia, que venía con una racha semejante y que presentó en el banquillo a Tomás Boy.

Chivas tiene, sin duda, mejor plantel que el torneo pasado, con las mismas figuras juveniles, sin bajas importantes, con los importantes regresos de Luis Michel y Jonny Magallón y las contrataciones de Aarón Galindo, Jared Borgetti, Sergio Amaury Ponce, Panchito Mendoza y Carlos Ochoa.

Lo que no se sabe todavía es si Chivas tiene mejor equipo. Pareciera una paradoja pero no siempre un plantel repleto y lleno de jugadores capaces es garantía de un buen funcionamiento como equipo. Si no que le pregunten a los trabucos que armaron América y Necaxa y siguen sin funcionar del todo.

Lo que Efraín Flores tendrá que lidiar en las próximas semanas, una vez que la calma ha vuelto a Verde Valle, es tratar de encontrar a los hombres que le garanticen el funcionamiento del equipo. Chivas se distinguió, a pesar de la falta de figuras, por ser un equipo que propone partidos, que toma la iniciativa, que ataca, que se defiende bien y se goza de una dinámica muy singular. Además, con Borgetti, Galindo, Ponce y Carlos Ochoa mejoran el interés del público por acudir al estadio porque las figuras atraen a los aficionados.

Chivas hoy tiene grandes promesas, con más experiencia, y jugadores de probada calidad que también son imán de taquilla. El problema ahora es coordinar las voluntades para que todos, jóvenes y experimentados, participen en la causa común de hacer felices a millones de aficionados que esperan ya a unas Chivas protagonistas, con posibilidades reales de pelear el título.

La clave es la unidad. Si Efraín logra que las partes se unan al todo, Chivas está todavía en vías de armar un equipo espectacular, ofensivo y ganador, que busque en serio el campeonato.

Salvar la cabeza del técnico fue la primera reacción de un grupo de jugadores que, al parecer, se sienten a gusto con su pastor.