Martes, 04 de Noviembre 2025
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A tumba abierta...

De los toros con verdad, por Francisco Baruqui M.

Por: EL INFORMADOR

Madrid.- Ambiente de conmoción y entusiasmo para la segunda actuación de José Tomás en su plaza madrileña de Las Ventas… Disparada la reventa con cifras estratosféricas, gente durmiendo dos noches antes de abrirse las taquillas para la venta del cinco por ciento obligatorio el día del festejo… Todo girando alrededor de la figura del de Galapagar…

¿Repetirá el triunfo anterior..? La mayoría inmensa a favor con otro sector argumentando defectos. Lo que sí…

Lo que sí, los toros otra vez en boca de toda la gente. Ni duda cabe, como lo escribí en mi crónica de su primera tarde, que corrida como la que fue, es de las que hace afición. Vamos, positivo por donde mirarse se quiera y…

Y de nueva vez el coso matritense a reventar en una tarde espléndida, soleada, azulado el cielo y las banderas con un ondear tranquilo lo que manifestaba ausencia de viento.

Sí, el cartel lo completaron José Pedro Prados “El Fundi” y el francés Juan Bautista pero… Pero la gente, el público todo iba para ver a Tomás y… Y vaya que lo vió…

No. No me gustaban los toros de Puerto de San Lorenzo para la ocasión, y fue a la postre que rechazados dos parcharon encierro otros tantos de Cortés, — Victoriano del Río —, saliendo un primer sobrero devuelto el quinto, de El Torero.

¿Qué juegos dieron..?

Los del Puerto mal presentados, faltos de trapío, desiguales y de diferentes hechuras, mansos todos, flojos de raza que no dieron oportunidad. Por cuanto a los de Cortés corridos en cuarto y sexto lugares, el primero violento, con bronquedad y el que cerró plaza muy deslucido, con un sobrero de el Torero que tuvo en su fondo emotividad y transmitió por haber caído en manos de Tomás que se llevó la cornada. Todos, los seis, fueron pitados en el arrastre.

José volvió a por todas cuando no podía ser de otra manera luego del estruendoso triunfo de su anterior actuación con el corte de cuatro orejas. Vino pues a refrendar su éxito a como diera lugar; y ese lugar no era otro que el de salir a jugarse la vida sin concesión alguna, en una borrachera de valor y de entrega, de casta torera de arrebato y pasión, convirtiendo de nueva cuenta a la plaza de Madrid en auténtico manicomio con un público que correspondió al diestro entregándose también.

No desperdició oportunidad Tomás con el capote, si bien no con la limpieza en los lances tanto de recibo con verónicas como en quites por chicuelinas y gaoneras, en las que las puntas astifinas de los pitones enganchaban las telas, como en su momento también en las muletas cuando no fueron toros con clase, de esos que entregados metían el morro con claridad, nobleza y calidad, que no.

En cambio sí exigían una expresión de valor enmarcada en la entrega absoluta, para jugarse la vida que fue lo que hizo José rifándose el pellejo en cada pase, metido entre de los pitones en dos faenas fincadas en la emoción y la intensidad de una expresión artística, que reflejó claramente la personalidad única, singular y sin par de un torero de excepción que cautiva emocionando en una manifestación que refleja un desprecio a la vida que no se ve más que con él.

Dándose como se dio, planteó dos obras ante dos bureles sin valía imponiéndose a ellos en series de toreo por abajo con la diestra y la zurda muy reunido, embraguetándose, pasándose por la faja a los astados con el quiebre leve de la cintura y la elasticidad impresionante de sus muñecas, sembradas las zapatillas en la arena con la quietud atemperada y el corazón por delante…

Toreo de impacto, que sí, que solo José Tomás podría expresar, cuando en otras manos ésos mismos toros seguramente hubiesen tenido otras lidias.
Y lo he escrito infinidad de veces, que quien no crea que hay un Dios que existe, vaya a una plaza de toros…

Un achuchón y tres cogidas espeluznantes, una quedando el torero en la arena aprisionado entre las astas del manso, y en otras dos siendo volteado aparatosamente colgado de los pitones, sacando en una de ellas el rostro completo manchado de sangre de la res, y en la última, una cornada en la parte interna del muslo derecho, y en ninguno de los percances, de pie ya, se miró la ropa, cerrando con mayestáticas manoletinas que sacudieron al cónclave para rematar con la espada en lo alto y ganarse las dos orejas del quinto, cuando ya en el segundo había cortado un apéndice otorgado por un público volcado por la casta, la vergüenza y la entrega de la figura que atesora tanto arte como valor.

Y me imaginaba antes de la corrida cómo saldría Tomás, por la puerta grande o por la de la enfermería…

Y mire usted, amable lector aficionado, que recogiendo los trofeos que le abrían la de la salida en hombros a la calle de Alcalá, por su propio pie, acompañado de su cuadrilla y con las orejas en la mano, cruzando el ruedo se metió a la de la enfermería… La carne rota le impidió La Grande.

Éste, y no otro, es el torero de Madrid, al que por la seriedad, la jerarquía y el rango que marcan importancia y trascendencia de la plaza, se ha justificado plenamente, sí, en Madrid y para Madrid, que ya luego vendrán otros cosos en los que el toro es, a no dudar, otro toro, cuando el toreo que hace el de Galapagar no puede resistir lo que ha resistido en Madrid, una tarde sí y… Y la otra también, y con cornada de por medio…

Tres orejas, tres, a tumba abierta en tarde de casta torera y pasión arrebatada. ¡Torerazo..!

De sus alternantes…
De sus alternantes debo decir que salieron con mucha más voluntad que lucimiento, cuando “El Fundi” intentó de todo descollado en un quite por ceñidas chicuelinas de manos muy bajas y algunos momentos aislados con la zarga, como Juan Bautista, con más empeño y tesón, consiguió cuajar algunas series que se le jalearon pero… Pero sin remontar a más.

Tarde pues de enganchones y trompicones de principio para desbordar luego la expresión artística que envió mensaje de intensidad, de emotividad y total y absoluta entrega en un desbordamiento de garra, personalidad y valentía en la que la vida… La vida no vale nada….

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