* ¡Ufff...!

Las crónicas dirán que el Santos Laguna tuvo el título en las manos...
La historia consignará que el Toluca fue campeón. Punto.

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El desenlace del Torneo Bicentenario fue dramático, emotivo... y anticlimático.
Dramático, porque el desenlace se prolongó más de lo previsto; porque si el partido, durante los 90 minutos reglamentarios y aun en los 30 de los “tiempos extra”, fue decepcionante por cuanto el Toluca apostó más a la precaución que a la audacia, la definición, en series de penalties, remitió el desenlace de la historia a una instancia intensa, sí... pero un tanto azarosa. ¿Quién puede decir, al cabo de un partido —y, más aún, de un campeonato— que se define en esa forma, por más que el procedimiento sea absolutamente reglamentario, que “ganó el mejor”...?

Fue emotivo porque los protagonistas fueron de un extremo al otro: Rubén Omar Romano y los jugadores del Santos Laguna, de la convicción de que ya tenían hecha la tarea cuando ganaban por 3-1 en series de penalties, a la frustración más absoluta cuando Vuoso y Morales tiraron por la borda sus oportunidades, y cuando Talavera, en el lance con que se epilogó el episodio, cerró el paso al disparo de Arce. Chepo de la Torre y los jugadores del Toluca, porque la Diosa Fortuna los transportó, en cuestión de segundos, casi sin transición, del infierno al paraíso.

Y fue anticlimático, en fin, porque el trámite del partido y de la final íntegra hizo pensar que los “Guerreros”, por generosos en su propuesta, habían hecho más méritos que los “Diablos” —conservadores, especulativos, medrosos... a despecho de su historial que los retrata como agresivos, audaces, espectaculares— para ganarse el derecho a bordar sobre su escudo la estrella correspondiente a este certamen.

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En lo que Vuoso —al que correspondió, esta vez, el papel de “chivo expiatorio”, por el “gol hecho” que desperdició en el segundo tiempo extra y por el penalty que tiró a la basura— rumia su pesadilla, la Selección Nacional solventará hoy, de cara al Mundial, el primero de una serie de exámenes a título de suficiencia, especialmente complicados.

En la fase anterior, enfrentaron a sinodales de medio pelo; a “pichones”, o punto menos... A partir de ahora —ante Inglaterra, en el nuevo Wembley que no por serlo impide evocar episodios pretéritos que uno preferiría haber olvidado—, a enfrentar leones se ha dicho.