Miércoles, 12 de Noviembre 2025
Deportes | A propósito por Jaime García Elías

* Sangre nueva

A propósito por Jaime García Elías

Por: EL INFORMADOR

La inyección de moral que significó el par de recientes victorias sobre Estados Unidos --una, el aplastante 5-0 de la final de la Copa Oro; otra, el apretado 2-1 de hace dos semanas en la eliminatoria mundialista--, facilitó las cosas: permitió que Javier Aguirre, mucho menos presionado en la medida en que la Selección Mexicana da señales de mejoría y en que sus resultados permiten pasar del pesimismo generalizado a un optimismo razonable, llamara a filas para los siguientes compromisos --ante Costa Rica y Honduras-- a jugadores relativamente bisoños.

En efecto: a cambio de mantener en la plantilla a ilustres veteranos, como Cuauhtémoc Blanco y Gerardo Torrado, y de haber marginado a Oswaldo Sánchez a partir de la consideración de que en su historial hay más pasado que futuro, Javier convocó a tres interesantes promesas del futbol mexicano: Pablo Barrera, de los Pumas; Héctor Moreno, del AZ Alkmaar de Holanda, y Néstor Calderón, del Toluca.

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(Lo del criterio que aplica el técnico nacional para omitir de la lista a jugadores que hasta hace poco tiempo eran inamovibles, por cierto, es mera hipótesis: el “Vasco” no ha sido muy explícito en esa materia... ni tiene por qué serlo. Su reciente declaración, después del triunfo más reciente ante Estados Unidos, en respuesta a los reclamos de un periodista por las ausencias de jugadores que, según éste, deberían estar en el plantel, es inobjetable: “El equipo lo hago yo, mi amigo: ese es uno de los pocos privilegios que tengo, y no pienso renunciar a él”).

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En su anterior etapa como técnico nacional, Aguirre vivió en carne propia las funestas consecuencias de la incapacidad --o la indecisión-- de algunos de sus predecesores para entender en qué momento hay que dar vuelta a la página de la historia...

Un técnico, y muy particularmente un técnico nacional, no tiene por qué aferrarse al criterio de que las jerarquías tienen que respetarse. Un técnico, y muy particularmente un técnico nacional, debe estar atento a las señales que manda la cancha.

Después de todo, él está supeditado al criterio supremo e inapelable de los resultados. De ellos dependerá su propia calificación, aprobatoria o reprobatoria... Y, después de todo, lo que él tiene a su cargo es, precisamente, una Selección, lo que implica el privilegio de convocar, de preferencia a partir de criterios objetivos, a los mejores.

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