Viernes, 26 de Julio 2024
Deportes | A propósito por Jaime García Elías

* Ahora, incienso...

A propósito por Jaime García Elías

Por: EL INFORMADOR

El tópico se mantiene vigente: los técnicos que llegaron a la final del Torneo de Apertura al frente de Toluca y Cruz Azul, tienen tatuado en el alma el escudo del Guadalajara.

Hasta hace una semana, en la lista de los aspirantes había tres nombres que tenían como común denominador haber pasado, en alguna época de su carrera como jugadores y en sus inicios en la faceta de timoneles, por el puente de mando del equipo más popular de México.

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De los cuatro semifinalistas, en efecto, tres vistieron la camiseta rojiblanca y fungieron como pastores del “Rebaño Sagrado”: Daniel Guzmán, ahora ex-campeón con el Santos Laguna; Chepo de la Torre con los “Diablos Rojos” y Benjamín Galindo con los “Cementeros”.

La insistencia en el tópico, obviamente, lleva “chanfle”. Salvo prueba en contrario, se trata de meter el dedo en una llaga que en la actual etapa de la historia de las “Chivas” se ha vuelto reiterativa: los ciclos de los entrenadores concluyen, vía de regla, de manera un tanto intempestiva.

Las críticas tienden, a todas luces, a reparar en que tres de los timoneles que llegaron a semifinales (el cuarto sería el “Profe” Cruz, del Atlante... y en la etapa anterior formaba parte del elenco un quinto ex entrenador rojiblanco: Ricardo “Tuca” Ferreti, que fue campeón con los rayados mientras supuestamente cumplía un interinato en el puente de mando) llegaron en la campaña que está a un paso de concluir, más alto que el equipo con que más se les identifica.

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Goethe decía que “no todos los caminos están hechos para todos los caminantes”...

La sentencia viene al caso, sobre todo si se repara en que cuando esos entrenadores salieron del Guadalajara, lo hicieron, en gran medida, por presiones del público y de la crítica... Todos ellos --salvo Galindo, quizás, ya que a él se le destituyó del cargo después de la primera victoria al cabo de una racha desgraciada-- salieron porque fueron incapaces de hacer el milagro de convertir en campeón a un equipo que a todas luces no tenía plantel para volar tan alto como querían sus dirigentes... y como  exigían sus propios simpatizantes.

Es grotesco, pues, que ahora que ellos están demostrando que son capaces de cocinar buenos guisados de liebre si se les proporciona la materia prima, tengan la desfachatez de quemarles incienso... los mismos que antes los crucificaron.

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