Domingo, 26 de Mayo 2024

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Cultura | Por: Enrique Navarro

Visiones de Atemajac

Medio siglo de la Casa de la Cultura Jalisciense (I)

Por: EL INFORMADOR

GUADALAJARA, JALISCO.- La Casa de la Cultura Jalisciense cumplió 50 años de creada. Su vida se ha caracterizado, como prácticamente todas las instituciones y centros culturales de la región, por sufrir altibajos, inconsistencias e incurias de todo tipo.

Por principio de cuentas y dentro del marco del largo transcurrir histórico, podríamos tratar de comprender tales inconsistencias infiriendo que la Casa de la Cultura Jalisciense ha sido víctima de una tripleta de estigmas: por un lado, su desafortunada ubicación urbana; por otro, ser rehén de erráticas políticas culturales y magros recursos; por último, la incomprensión y actitud veleidosa de los diferentes públicos.

Esta veleidad, hay que aclararlo, ha tenido momentos contrastantes o luminosos, al igual que algunas etapas de las políticas implementadas, como veremos en el análisis más adelante. Para efectos de introducción, precisemos que sí hubo -por lo menos- una etapa boyante: me refiero a la comprendida entre 1970 y 1984, cuando la Casa fue impulsada por el (hoy desaparecido) Departamento de Bellas Artes.

¿Por qué la primera variable tiene que ver con un emplazamiento urbano? Simple y llanamente porque las buenas intenciones de las autoridades del año 57, en el sentido de detonar el desarrollo urbano y sociocultural hacia el sur de la ciudad de Guadalajara, no surtió el efecto esperado en el corto o mediano plazo. Tuvieron que pasar décadas para que la zona viviera una reactivación; demasiado tarde: hoy por hoy el edificio es el clásico “elefante blanco”. Esto a pesar de que con bombo y platillo la Secretaría de Cultura intentó, principiando el presente año, remontar las cosas con una aparatosa exposición del maestro Juan Soriano.

El asunto es que, entre los sesenta y los noventa, toda la franja urbana que corría entre la antigua estación de ferrocarril (a espaldas del Templo de San Francisco) y la nueva estación emplazada un poco más allá del Parque Agua Azul fue una zona urbana deprimida, subutilizada y sin clara vocación de uso de suelo. Dentro de esta franja quedó la nueva Casa de Cultura. El público que acudió en las buenas épocas tenía que deambular entre largas y solitarias cuadras, bodegas y terrenos baldíos.

Se desplazaban, en términos reales, desde la zona poniente de la ciudad o bien la zona centro, las cuales, por cierto, quedaban desprotegidas por la falta de un eficiente transporte urbano que cubriera horas nocturnas, que eran en buena medida, también en términos reales, las utilizadas para programar muchos de los eventos e inauguraciones.

Es cierto que había movimiento en la cercana Central Camionera (la antigua, por supuesto) pero también lo era que tal población flotante estaba más ocupada en cuidar sus equipajes (incluyendo los birotes descomunales), compra de boletos y próximos traslados terrestres y menos, mucho menos, que en darse una vueltita a la Casa de la Cultura.

navatorr@hotmail.com


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