Viernes, 26 de Julio 2024
Cultura | El Museo de la Música de París desvela la composición del barniz

Resuelto el misterio del sonido de los Stradivarius

Tras cuatro años de investigaciones, el laboratorio de Química del Museo de la Música de París ha hecho sucumbir el halo de intriga que siempre ha rodeado la leyenda de Stradivari

Por: EL INFORMADOR

PARÍS,FRANCIA.- Cuando un gélido día de invie

rno de 1737 Antonio Stradivari moría a los 97 años de edad, con él se iba a la tumba uno de los secretos más enigmáticos del mundo de la música: la clave de la perfección de sus instrumentos.

Durante casi 300 años, generaciones de violeros, músicos, especialistas en acústica y químicos han intentado en vano esclarecer el secreto del maestro; la composición de los famosos violines -el tipo de madera, cola, el ensamblaje de las piezas y su tratamiento- ha sido estudiada milímetro a milímetro. Sin embargo, y a pesar de los avances científicos, había un elemento que se resistía al análisis, el mismo del que el maestro de Cremona se negaba a revelar la fórmula: el barniz.

Tras cuatro años de investigaciones, el laboratorio de Química del Museo de la Música de París ha hecho sucumbir el halo de intriga que siempre ha rodeado la leyenda de Stradivari, según ha informado el diario francés Le Monde.

El mito ha superado con creces la realidad de los mil 100 instrumentos que el lutier confeccionó durante sus 70 años de trabajo. Si bien la bella factura de sus obras y su gran calidad acústica son inneglables -por ello son las más caras del mercado-, su valor se ha incrementado gracias a las invenciones, propias de los cuentos de hadas.

Los estudiosos han pensado durante muchos años que la “magia” de los Stradivarius radicaba en la madera -de pícea en el exterior y de arce en el interior-, que se cortaba en una noche de invierno con luna menguante y en el revestimiento de ámbar fósil, una goma rojiza que las abejas seleccionan de los brotes de algunas plantas o que se encuentra en el caparazón de ciertos crustáceos.

El equipo del Museo de la Música ha contado con el lutier Balthazar Soulier -quien ha estudiado más de 60 modelos de Stradivarius- que ha extraído una capa de barniz del tamaño de un grano de sémola de cinco de las creaciones del italiano para estudiarlas.

Después de utilizar rayos ultravioleta, infrarrojos y un acelerador de electrones, los investigadores han conseguido dibujar la cartografía química del misterioso material que Antonio Stradivari se negó a revelar en vida: un simple barniz de aceite. Nada de una capa escondida de extractos de piel, ni de esturión, ni “el jugo de abejas húngaras orientales en una noche de luna llena”, bromea Jean-Philippe Echard, coordinador de la investigación.

“Con el barniz, la intención de Stradivari no era acústica, sino simplemente estética”, asegura Echard. Por ello no utilizaba una coloración de rojo, sino de rojos: una capa almendrada de óxido de hierro, otra bermellón de sulfato de mercurio y una última de pigmento lacado a base de cochinilla.

¿Se ha destruido la “magia”, el mito de Stradivarius? Soulier no lo cree así. “El lutier seguirá fascinado por  la perfección del trabajo, por el extraordinario acabado” y se seguirán pagando cantidades astronómicas por ellos. Los mejores solistas seguirán confiando en el nombre y haciendo sonar los instrumentos mejor que los demás y los químicos y estudiosos seguirán persiguiendo los secretos del viejo maestro de Cremona.

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