Viernes, 17 de Mayo 2024
Cultura | Por: Martín Almádez

Itinerario

Como la Loca de San Blas

Por: EL INFORMADOR

GUADALAJARA, JALISCO (14/FEB/2011).- Cuenta la leyenda que una mujer al verse sola y abandonada por el amor de su vida, se negó a aceptar su realidad, construyendo para sí una espera falsa del regreso de su amado. La espera se volvió esperanza y la esperanza acabó en locura. Su vacío la hizo creer que más allá del mar, habría quién la escuchara y le trajera noticias de lo que un día creyó suyo. Luego la gente la conoció como la Loca de San Blas.

Algo así sucede en nuestros días. La insatisfacción de la ciudadanía por sus gobernantes se ha mostrado en las marchas como signo de hartazgo.

Las caminatas o manifestaciones pacíficas sin un propósito más que el de salir a la calle a decir estamos en el límite, sin duda son síntoma de preocupación social y políticamente incentivan la participación ciudadana tan cara a nuestro sistema de gobierno.
Sin embargo, ¿tienen un fin en sí mismas?, ¿existe un receptor del mensaje que difunden? Cualquiera diría que son esenciales para la construcción del tejido social y otros términos y conceptos de moda.

La marcha de ayer domingo, originada en los lamentables hechos de violencia en nuestra ciudad que hoy festeja su cumpleaños, pide que ya no haya más muertos, que cese el estado de inseguridad que vivimos. Pero ¿a quién se le pide o de quién se espera una respuesta?, ¿del crimen organizado o de las autoridades responsables?

La cultura de la incapacidad ya no sólo es derecho de autor de las autoridades incompetentes que en materia de seguridad no han sabido hacer su trabajo, sino que ha trascendido a la ciudadanía que, inmersa en la incertidumbre y desatendida en sus reclamos, se vuelca a exigir su demanda a los cuatro vientos, como en su dolor de amor lanzaba al mar la Loca de San Blas.

¿Ese mar podría tener nombre y cargo? Lo tiene y a él y no al vacío deben ir las demandas.

Por otro lado, y con los antecedentes en otras ciudades, la mejor manera de contrarrestar la violencia en las calles y la amenaza de perder la paz, está en el impulso de las actividades culturales, como una opción de crecimiento y recreación para los niños y los jóvenes, que en términos concretos, es en ellos, en esos segmentos de la población, en los que sí es posible transformar con altos índices de éxito a la sociedad. La exigencia a quien debe recibirla, deberá enfocarse en la inversión del gasto social, con notoria preferencia en aquellas políticas públicas que atiendan al bienestar, a la seguridad y sobre todo, a la salud mental y en ese terreno, la cultura se pinta sola. Sin duda, una opción más eficiente que debe exigirse con resultados concretos, y no perderse en sollozos como la  Loca de San Blas.

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