Itinerario

Hacía varios años que no se veía tanta gente en el corazón de Guadalajara. Quizá porque toda se distribuía en las plazas comerciales. Quizá porque el Centro no había sido una opción atractiva para pisarlo.
Lo cierto es que en estas dos últimas semanas las calles históricas de la ciudad han lucido atestadas, repletas de personas que van y vienen; han dado un aspecto de vastedad y de hacinamiento.

Como paseante de fin de semana que soy, me han sorprendido algunos cambios enmarcados en el Centro Histórico en los recientes meses, entre los que se registra una variedad que pendula de la sonrisa al enojo: Memorable el tinte verde y dorado a bancas, columnas y esculturas de la Plaza de Armas, cuya acción quedó en anécdota luego de la exigida rectificación. O qué decir del color ladrillo que se impuso a las jardineras de Plaza Guadalajara, contra toda armonía cromática y sí con un ineludible signo de provincia jalisciense.

Los cambios, que bien pudieran parecer intrascendentes, no lo son, porque en ellos existe una carga simbólica importante y la población aprende a identificarse con ellos. Sin embargo, estas intervenciones no alcanzan a modificar de manera inmediata, el devenir de las actividades cotidianas en el corazón de la ciudad.

Cosa contraria lo que pareciera ser el motivo del hacinamiento en el Centro: el regreso de los comerciantes ambulantes ha provocado que el primer plano de Guadalajara se convirtiera en un enorme tianguis con aspecto de pulpo,  caos en la circulación peatonal (imaginemos la vehicular), obstrucción de espacios públicos, alteración a la imagen de edificios históricos, olores fétidos y un drenaje con interminables alcantarillas en función de aromatizantes irremplazables.

Una decisión que si bien tiene contento a un sector de la población: directamente los comerciantes. Ésta no responde a las necesidades de una zona en la que se pretende consolidar un atractivo turístico, y menos, que la decisión sea tomada para ejercerla durante un periodo vacacional, justo cuando se esperan visitantes.
Las primeras acciones en este año y en este terreno, del Ayuntamiento de Guadalajara, han logrado ser muy visibles por lo desafortunado de su resultado. Y creo que una ciudad como la nuestra, particularmente su Centro, merece una atención escrupulosa, que al menos le permita dignificar sus espacios y haga sentir a quien la pasea, que ha tomado la decisión correcta.