Itinerario

Redefinir el espacio público es una de las políticas públicas más anunciadas por la administración del presidente municipal, Jorge Aristóteles.

Esto es un antecedente que permite entrever un mejor panorama para aquellas áreas de esparcimiento, en las que pueden convivir todos los integrantes de una familia convencional o no convencional.

Y entre esos espacios, por su importancia en la formación cívica y cultural pienso en las bibliotecas.

De entrada, Guadalajara, como municipio, cuenta tan sólo con 13 bibliotecas que ofrecen un servicio que, si bien es con la calidad humana deseada y la actitud requerida, sus acervos y sus adaptaciones a las necesidades de la sociedad actual, han quedado en el descuido.

Puede pensarse en estrategias que ayuden en el enriquecimiento de bibliografía de cursos y talleres, de opciones para todo tipo de visitante, entre los que se contemple a las personas con capacidades diferentes y con ello, disminuir las carencias y potencializar los atractivos; sin embargo, bajo el conocimiento del estado físico en el que se encuentran las construcciones mismas de estas bibliotecas, la necesidad primaria es justamente la restructuración de los espacios: muros, techos y pisos, así como las instalaciones de luz eléctrica, teléfono e Internet son una urgencia constante, que deja ver a las bibliotecas de Guadalajara como una especie de refugios atrapados en el tiempo y el abandono.

Coincido con quienes piensan que una política cultural no requiere estar enmarcada en los espacios para la cultura, porque ésta puede vivir y sobrevivir sin ellos. Pero en el caso de las bibliotecas, donde el punto de partida es precisamente el espacio que las define, la política pública debería estar dirigida al rescate y remodelación de las bibliotecas como espacios.
Para una ciudad como Guadalajara, sigue sin existir un sitio que pueda ser considerado como una biblioteca, dado su diseño arquitectónico, sus servicios culturales, su acervo, su vínculo con la sociedad y más, aún, su impacto en las labores cotidianas de los ciudadanos.

Si la necesidad de espacio para una biblioteca digna y acorde a la sociedad de hoy ha sido motivo para emprender políticas públicas a escala nacional (la Biblioteca José Vasconcelos) y estatal (con la Universidad de Guadalajara, la Juan José Arreola), la ciudad, segunda en importancia en el país, debería contar con una biblioteca de estas dimensiones, como el principio de un compromiso de gobierno, real, requerido y trascendente.