Consumo cultural

Roberto Miranda Guerrero es un solvente investigador de la Universidad de Guadalajara que ha hecho aportaciones sobresalientes al estudio de la cultura en nuestra ciudad, con las cuales ha mostrado las prácticas del consumo cultural por parte de la población más joven.

Hace unos días, el Museo Regional de Guadalajara, bajo la generosidad de su director, Paco de la Peña, fue el recinto en donde se presentaron los dos títulos póstumos de Miranda Guerrero, gracias al seguimiento que les dieran en el proceso de edición y en difusión sus amigos catedráticos Adrián Acosta Silva y René Michel Padilla.

El recurso del método es un breve manual que guarda la utilidad principalmente para pasantes y alumnos de las postrimerías de licenciaturas o posgrados; en él se pueden encontrar la metodología estricta y precisa para la elaboración del protocolo y demás requerimientos académicos en la elaboración de trabajos de investigación. Al mismo tiempo puede ser una guía para la realización de cualquier trabajo que exija la comprobación de los campos de acción y el seguimiento metódico, como corresponde a toda empresa del conocimiento científico, entre ello el mundo social y, particularmente, el cultural.

Los desheredados es una amplia indagatoria sobre las prácticas y el consumo de bienes y servicios culturales dentro de un microcosmos de la ciudad de Guadalajara. Miranda Guerrero desvela una realidad que si bien se infiere no se tenía de manera tan clara y cruda como la expone el estudioso. La realidad auscultada es la Universidad de Guadalajara, las expectativas de sus alumnos, sus pasatiempos y ocios, sus preferencias en el entretenimiento, sus iconos en el campo ideológico-político-social, sus acciones extraescolares y sus inclinaciones partidistas, entre muchas otras variantes que formaron parte del criterio que definió la práctica cultural de este segmento social.

Los resultados -ajenos al desenfado de la opinión personal y sí muy circunscritos al rigor de la estadística- dejan ver a una sociedad inmersa en el objetivo primero que es el proceso de enseñanza aprendizaje y nada más.

Es decir, que las prácticas culturales que los alumnos pudieran adquirir, fortalecer o instrumentar durante su paso por la universidad no necesariamente se integran a los programas académicos, dado que las políticas educativas no mantienen una visión integral, donde el estudiante interactúe en todos sus frentes cognitivos y recreativos, sino que solo están perfilados a potenciar el contenido de la información académica.

El uso que Miranda hace de las estadísticas en Los desheredados, aparte de ser irrefutables, son también un buen punto de interés como lector, sobre todo de lector curioso: en ellas encontramos, en el consumo cultural, el gusto mayoritario y aplastante por la obra y la figura de Frida Kahlo; la preferencia masculina por Óscar Wilde y Tina Modotti; la inclinación por figuras como Fidel Castro o Gandhi ; y en la cultura popular sobre todo mundo, el triunfo incuestionable de Luis Miguel.

Se opta por la televisión antes que por otro medio de entretenimiento, algunas veces cambiado por el cine; la lectura ocasionalmente de los diarios; la visita a un teatro o cualquier tipo de escenario con una frecuencia de dos meses a un año; y conocen muy poco a los artistas jaliscienses o en sentido estricto solo reconocen los nombres de Luis Barragán, Juan Rulfo y José Clemente Orozco.

Roberto Miranda Guerrero lanza esta hiriente realidad para reflexionar sobre nuestro consumo cultual, que si bien está limitado a un sector que en promedio tiene 19 años, en su mayoría es femenino y presenta conductas ideológicas conservadoras -al menos durante el periodo de su levantamiento realizado de 2004 a 2007-, no dista seguramente del resto de la sociedad.

El trabajo que nos deja Miranda es replantear nuestra realidad, pensando en los más pequeños con la esperanza del cambio de actitud, con la ilusión y al mismo tiempo con la convicción de que podemos revertir nuestro, muy nuestro, consumo cultural.