Viernes, 26 de Abril 2024

¿Por qué somos infieles?

Por: Guillermo Dellamary

¿Por qué somos infieles?

¿Por qué somos infieles?

En nuestro ejercicio de repensar el matrimonio nos hemos dirigido a revisar los fundamentos del matrimonio, acorde al Catecismo Católico y desde luego, apoyado con diversas tesis de las ciencias humanas. El punto principal es el inciso 1606 -del CC-  que se titula “El matrimonio bajo la esclavitud del pecado”, en donde se señala que “todo hombre, tanto en su entorno como en su propio corazón, vive la experiencia del mal. Esta experiencia se hace sentir también en las relaciones entre el hombre y la mujer”.

El pecado es definido por el mismo Catecismo (inciso1849) como “una falta contra la razón, la verdad, la conciencia recta; es faltar al amor verdadero para con Dios y para con el prójimo, a causa de un apego perverso a ciertos bienes. Hiere la naturaleza del hombre y atenta contra la solidaridad humana”. Ha sido definido por San Agustín, como una palabra, un acto o un deseo contrarios a la ley eterna. En pocas palabras se trata de una ofensa contra ti mismo, contra tu corazón y desde luego se levanta contra el amor que Dios nos tiene, y en consecuencia es una falta también que cometemos hacia nuestro prójimo.
Con las ideas anteriores -en las que se puede o no estar de acuerdo- podemos comenzar a realizar nuestra reflexión sobre la infidelidad.

Primero que nada la infidelidad la incluimos dentro de las inevitables consecuencias de nuestra fragilidad humana, por supuesto que no es forzoso que en todas las relaciones, entre un hombre y una mujer, se tenga que vivir la experiencia de infidelidad, pero si estamos propensos a ella de una manera sensible.

Al igual que los celos, tenemos la tentación frecuente de ser infieles y de caer fácilmente atrapados en el gozo personal y egoísta de pensar en uno mismo y no en las demás personas.

Podemos comenzar a dar nuestra respuesta a la pregunta inicial, de por qué somos infieles, es porque somos frágiles y tendemos a ser egoístas y a pensar en nosotros mismos y no en el daño que le estamos ocasionando a nuestra pareja.
En términos prácticos el infiel se da gusto a sí mismo, es egoísta y cegado por su deseo y antojo, rompe con su compromiso, se ciega a la razón, a la verdad y a la recta razón. Acaba por hacer lo que le place, sin tenerle caridad a su pareja. Piensa en su gozo personal y le deja de hacer un bien a su cónyuge. Es más le hace daño, por eso se lo quiere ocultar.

DR

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