Viernes, 29 de Marzo 2024

La enorme isla de basura... ¿es cierto que existe?

Mucho se ha hablado del grave problema que los seres humanos están causando al mundo, sin embargo, siempre se hace caso omiso

Por: Pedro Fernández Somellera

Una radiografía de la inconciencia (estupidez) humana en el vientre de una gaviota. EL INFORMADOR/ P. Somellera

Una radiografía de la inconciencia (estupidez) humana en el vientre de una gaviota. EL INFORMADOR/ P. Somellera

La especie humana, hagámonos conciencia o no,  se encuentra en vías de extinción.

No es una exageración, ni para llamar la atención a esta columna en donde procuramos hablar de los viajes y las  aventuras que podemos hacer hasta lugares poco conocidos, no. Es una invitación para dedicar unos minutos a pensar y realizar lo que tendrán que vivir nuestros nietos, y los hijos de ellos, en el mundo que hemos (y actualmente estamos) estropeando sin remedio alguno que pueda considerarse acreditado.

Ya inventarán algo -somos muy dados a decir- y mientras tanto… sigamos la vida como va. Muchos inventos han sido inventados para lograr el confort de la vida actual; ya inventarán algún invento que invente algo que solucione lo inventado. No. Este remolino de la vida no es tan sencillo; esto que les platico es de a de veras, ya está sucediendo, y no es una broma. No una, sino cinco de esas terribles islas de desechos plásticos están circulando abrazadas por las corrientes de los océanos. Dos en el Pacífico; una en el norte y otra en el sur. Dos iguales en el Atlántico, y una más en el Océano Índico.

Sip… La triste y alarmante noticia que tengo que comentarles, es que, como resultado de nuestra inconciencia, entre las costas de Estados Unidos y Canadá y las orientales del Asia y del Japón, existe una isla, o ya más bien Continente de plástico, que está ahí flotando y girando entre las corrientes oceánicas, saturada de polímeros milimétricos, que aterradoramente ya están pasando a ser parte de la cadena alimenticia de los seres que habitamos el planeta. Pequeñas y milimétricas partículas de plástico han sido encontradas en los estómagos de los seres más pequeños de los mares, y en los lugares más apartados del planeta; incluso ya mezcladas con las arenas de las playas más remotas imaginables.

Muchas instituciones “ecologistas” han hablado de estas cosas que nosotros, aburridos, hacemos caso omiso de sus palabras. ¡No compadres! esto, repito, es de a de veras, y habremos de realizar que… las bolsas de plástico que  nos dan en el supermercado, cuyo utilidad dura tan solo unos minutos -lo que tardamos en llegar a nuestro coche o a la casa- van directamente a las alcantarillas (tapándolas) que vacían sus aguas en los drenajes de la ciudad que se vierten en los ríos que van a dar al mar. El mar, que tiene sus propias corrientes girando -efecto coriolis- las recoge lentamente y les da vueltas en su superficie exponiéndolas al sol. Y como estas no son ‘bio’ degradables, sino ‘foto’ degradables, al estar expuestas al sol, se parten, más no se descomponen, en partículas cada vez más pequeñas imposibles de limpiar que finalmente acaban por aparecer en nuestros estómagos al estar ya formando parte de la cadena alimenticia.

En decenas de campañas aparece la conocida frase de “cuidemos el planeta”, no; a la que debemos de cuidar es a la raza humana que está siendo envenenada por ella misma en camino a su extinción. Al planeta no le pasa nada. Ha existido desde hace millones de años, y seguirá existiendo por otros muchos más. Se ha sacudido de su piel, a dinosaurios, caracoles y monstruos increíbles que habitaban en ella, y ahora… a esos pequeños bichos humanos, ya consumidos por sus propios desechos… en un solo estornudo y sin miramientos, nos borrará de la faz del universo. Mientras tanto, los que tenemos la dicha de vivir en este formidable planeta, debemos de cuidar el lugar en donde posiblemente vivirán nuestros hijos, nuestros nietos, y los hijos de ellos. La isla que está entre los alrededores de Hawaii mide más de dos millones de kilómetros (más que la superficie de la República Méxicana) imposibles de limpiar, dada la pequeñez de las partículas en las que se han convertido los desechos plásticos.

El Capitán Moore, quien descubrió su existencia, aquí nos enseña una muestra de lo que recolectó, impresionado y sin ser ese su propósito, durante la Regata Transpacífica en la que hace algunos años participó; y que ahora, sorprendido por el hallazgo, se ha dedicado a investigar posibles soluciones a este problemón que, queramos o no, se nos viene encima.

pedrofernandezsomellera@prodigy.net.mx

DR

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