Sábado, 27 de Abril 2024

"Escribo como loco para no volverme loco"

El escritor cubano Leonardo Padura recibirá en nuestro país un Doctorado Honoris Causa por parte de la UNAM; sobre esto y su trayectoria, el autor nos comparte sus impresiones de visita en Guadalajara
 

Por: Jorge Pérez

Padura es el primer cubano en ser honrado con un honoris causa por la UNAM en 100 años de historia. EL INFORMADOR / E. Barrera

Padura es el primer cubano en ser honrado con un honoris causa por la UNAM en 100 años de historia. EL INFORMADOR / E. Barrera

El escritor Leonardo Padura (La Habana, 1955) visitó México para recibir un Doctorado Honoris Causa por la UNAM y dar una charla en la UdeG. Autor de novelas policiacas, ensayos literarios y guiones cinematográficos, Padura es uno de los escritores cubanos más renombrados en la actualidad.

Durante su estancia en Guadalajara, Leonardo nos platicó sobre su literatura, sus guiones, el género policiaco y el doctorado que recibirá:

-No es un reconocimiento cualquiera. La UNAM es la universidad más importante de América Latina. Son casi cien años de que ningún cubano había sido honrado con un honoris causa. Me da mucha satisfacción, es muy importante para mi trabajo. Con la Universidad de Guadalajara publiqué mi primera novela de “Mario Conde” (1991). Estuve en los encuentros de narradores en los años noventa.

-Del género policiaco, alguna vez dijo que empezó a escribirlo porque no le gustaban las novelas cubanas. El género nació en un ámbito anglosajón, ¿cómo escribirlo en Latinoamérica?
-En Estados Unidos e Inglaterra se creó y se desarrolló. Hace muchos años ha tenido una expansión enriquecedora. El universo iberoamericano tiene escritores muy importantes (en Brasil con Rubem Fonseca; en México Taibo, Ramírez Heredia y Élmer Mendoza). En los últimos años los escritores nórdicos han tenido una presencia muy importante. La novela policial no tiene patria: cualquier escritor en el mundo escribe sobre la violencia, el crimen, la corrupción o el miedo. El caso cubano es particular: he tenido que hacer una novela policiaca de carácter más literario. Por eso mi apoyo no es tanto el mundo de la violencia como el mundo de la inteligencia.

-¿Es más complejo escribir dentro de este género, por sus preceptos?
-Sí y no. Si queremos escribir una novela típica policial, se deben adoptar los condicionamientos, estructuras y conceptos practicados durante más de un siglo. Podemos escribir ignorando esos preceptos, pero partiendo del conocimiento: en el arte no se pueden violar los códigos si no los conocemos.

-En cuanto a sus libros, hay varios que van en pareja: una novela y otra publicación con ensayos vinculados.
-Sí. Uno de los errores de los escritores, a veces también de cineastas, es que quieren decirlo todo de una vez. Hay que decir lo que se necesita decir. Hay otros elementos cercanos a la realidad o al contexto que no son apropiados para la novela. Cuando escribí “La novela de mi vida” tuve que escribir un ensayo sobre José María Heredia. Con “Herejes” escribí sobre la libertad como herejía. Desde hace años escribo unas apostillas a “El hombre que amaba a los perros”, con historias y anécdotas que no cabían en la novela. Me sirve para complementar el trabajo de las novelas, quiero respetar su espacio y no contaminarlo con una sobreinformación.

-Esa búsqueda de síntesis está muy presente en el cuento, sobre todo en el siglo XX, como en Hemingway, de quien se ha ocupado.
-Él habla del iceberg como alegoría: mostrar una séptima parte, que el resto quede debajo del agua sustentando la historia. Rulfo decía que se escribía con el hacha, no con la pluma. Lo demostró con su obra y con su vida. La contención es más beneficiosa que la expansión. No pretender que por ser explícito se es mejor novelista o escritor.

-¿Cómo ha sido su escritura de cuentos?
-Empecé escribiendo historias cortas, cuentos, publiqué “Fiebre de caballo”, que pensamos publicar en Tusquets pronto. Me cuesta trabajo escribir cuento, lo hago por un impulso exterior. Carlos Garaicoa, pintor cubano, me pidió para un catálogo suyo una ficción: escribí un cuento inspirado en su obra. En general las ideas que se me ocurren vienen en 300 o 400 páginas. Al cuento acudo esporádicamente.

-¿Y el guion?
-Lo escribo como una necesidad de llenar espacios expresivos. Y el guion reporta cierta ganancia y tranquilidad económica, se resuelve con rapidez. Lo escribo porque me gusta el cine, aunque no me gusta tanto escribir guion. Porque el guion tiene una condición: es complejo, al escribir guiones el creador pierde libertad. Es un texto “en función a”, “a servicio de”. Hay un director y un productor responsables: esas dos instancias no existen en la literatura. En el guion la palabra es utilitaria, mientras que en la novela la palabra es esencial. En el guion puedo tener cinco adverbios terminados en -mente y no pasa nada; en una novela suena como si pateáramos una lata.

-En la literatura no existe ese intermediario, salvo traductor.
-O los editores. Pero llegan después. Tengo magníficos editores. Antes de llegar al lector del libro acudo al lector de originales. Tengo un grupo de lectores a los que confío mucho: les voy dando versiones de mi trabajo. La primera es Lucía López Coll, mi esposa. Es mi primera lectora, mi primer editor con un sentido muy crítico de lo que hago.

-¿Cómo ha visto las adaptaciones de sus guiones?
- Es un salto mortal de la literatura al cine, es tremendo. Ha habido de todo, desde un desastre absoluto como “Malavana”, escrito entre cuatro: quedó la tercera parte, picoteado de una manera cruel. Hay otras como “Regreso a Ítaca”, de Laurent Cantet. En “Cuatro Estaciones”, la serie, la participación del director fue decisiva, tuvimos mucha libertad para escribir los guiones y preservar la esencia de la novela. El trabajo de Lucía fue fundamental, es parte de mi mundo literario como es parte de mi vida.

-¿Cuál fue su impresión al ver la serie?
-El resultado artístico era el que esperábamos, con una aceptación superior a la que pensamos. Han pasado cosas que superaban nuestra expectativa: que se exhiba en Netflix, que ganara el Premio Platino a mejor miniserie, la nominación al Premio Fénix. Me satisface mucho todo eso, sobre todo la cantidad de espectadores.

El escritor también expresó su opinión de los cambios en Cuba en el último año: “En la cultura siguen problemas de financiamiento, mucha visión vertical. El año próximo habrá cambios de figuras centrales en el gobierno, esperamos que signifique un cambio en las condiciones… Espero que para la mayoría de la gente en Cuba las cosas cambien para mejor. La situación de la vida cotidiana sigue siendo muy compleja, difícil y ardua. Y son muchos años de una vida cotidiana muy compleja, difícil y ardua”.

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