Miércoles, 16 de Abril 2025

Sabor, tradición y miles de ventas en la Semana Santa

Familias panaderas mantienen viva una costumbre que desde hace décadas da sabor a la temporada

Por: El Informador

Las recetas varían entre lo tradicional y lo creativo, con rellenos dulces, salados y combinados. EL INFORMADOR

Las recetas varían entre lo tradicional y lo creativo, con rellenos dulces, salados y combinados. EL INFORMADOR

Un hilo de mermelada salía de las empanadas y el azúcar que las adornaba brillaba con la luz del Sol. Cubiertas con una lona de plástico, las de piña, fresa, atún, guayaba estaban apiladas una encima de otra. Arlett se encargaba de dar el cambio a los clientes frente a su puesto de “Empanadas Chava”, a un costado del Palacio de Gobierno de Guadalajara. Antes de los Días Santos la venta ya es considerable: alrededor de mil por día. Sin embargo, el Jueves, Viernes y Sábado Santos la demanda se dispara y llegan a vender hasta cinco mil empanadas, si no es que se acaban antes.

Desde mi bisabuelo, mi familia empezó a vender empanadas en el Centro, hace más de 60 años, y ahora nos toca a nosotros. La venta antes era mejor, todo este pasillo solía ser el Pasillo de la Empanada, pero nos empezaron a distribuir por diferentes iglesias, entonces la venta ha bajado un poco, pero todavía es buena. El mejor día es el jueves porque es el día de los recorridos de los siete templos”, apuntó mientras buscaba en su cangurera un billete de 50 pesos.

A un costado de la Catedral de Guadalajara, los clientes también se formaban frente a los puestos para comprar una empanada. Jesús compró tres, dos de fresa y una de atún, en 60 pesos. Contento, tomó su cambio y la bolsa de plástico que le ofrecía la vendedora, no sin antes arrancar un pedazo y llevárselo a la boca.

“La tradición es muy bonita, desde que se ponen y hasta que hacen el recorrido de los siete templos. La verdad, qué bueno que se sigue manteniendo la tradición y, hasta el día que Dios me dé en esta tierra, voy a seguir viniendo todos los años para llevarle a la familia”, comentó.

El Sol azotaba con fuerza y Jesús buscaba una sombra para descansar. Además de las empanadas, llevaba un fólder amarillo en la mano izquierda. Luego de caminar entre los puestos, sacó la empanada de fresa que ya había picado y comenzó a comerla. Terminó, se limpió las migajas de los labios y se perdió entre el gentío que comenzaba a juntarse frente a los otros puestos de empanadas.

Venta de empanadas, una tradición que sobrevive a las generaciones

“¿De qué le doy, jefe?”, preguntó Armando al señor que se acercó a su puesto. Se limpió el sudor de la frente con un pañuelo blanco y, con una voz que, tímida, apenas se escuchó bajo la lona que lo protegía del sol, respondió que “dos de fresa, por favor”. Una era para su novia, que lo abrazaba con fuerza del brazo, como si intentara evitar que se escapara, mientras se acomodaba sus lentes oscuros.

“Llevamos años aquí. La dueña del puesto ya es una señora grande, por eso ya no viene tan seguido o ya no le gusta estar en las horas cuando el Sol pega sabroso, por eso nos mandó a nosotros, ¿verdad?”, bromeó Armando. Fernanda, quien se encargaba de cobrar, sólo sonrió y se acomodó en la cubeta que usaba como banquito.

Esta es una tradición de muchísimos años. Yo empecé a trabajar con la dueña hace como seis años, y desde entonces estamos trabajando aquí todos los años. Pero mira, ella es su sobrina y yo conozco desde hace años a la señora, por eso me dio trabajo. De repente vienen más sobrinos o amigos de la colonia, de toda la vida. Ella también viene, sobre todo en las noches y en los días santos, cuando se nos junta la gente”, dijo. Al terminar de responder, sacó una botella de agua helada de una hilera que escondía bajo su puesto y, de un sorbo, tomó más de la mitad. “Está fuerte el calor, ¿a poco no?”, le preguntó a Fernanda, pero ella estaba más atenta al video que reproducía en su celular.

Y sí, el calor era seco, endemoniado, pero las empanadas lucían frescas, sin un solo desperfecto ni hendidura. Al fin, Fernanda levantó la cabeza, quizá para tomar aire o para agregar a lo que contestaba Armando. Se acomodó un mechón de cabello detrás de la oreja e interrumpió a su amigo.

“Es una de las pasiones de mi tía. Desde que recuerdo siempre se ha dedicado a la repostería, y las empanadas son sus favoritas. Desde que estábamos niños, mis primos y yo recuerdo que nos traían nuestros papás a comprarle empanadas a mi tía. Y ella bien feliz”. Antes de preguntarle otra cosa, volvió a bajar la cabeza y le puso ‘play’ a su video. Era un video de maquillaje en el que la ‘influencer’ explicaba cómo hacer un delineado de ceja para que éstas se vieran más grandes.

“¿De qué le damos, jefe?”, se acercó un cliente más al puesto. “Tres de piña, por favor, ¿a cómo están?”, preguntó mientras de su cartera sacaba un billete de 200 pesos.

Panadería La Luz tiene 108 años de historia, este establecimiento se ha convertido en un punto recurrente durante la visita a los siete templos el Jueves Santo. Y sus precios también suelen ser muy buenos no sólo durante la temporada, sino también durante todo el año, reconoció Patricia, otra clienta.

“Las de hojaldre y crema son las de mejor sabor”

Con la llegada de la temporada de venta de empanadas, en la ciudad comienzan a aparecer las recetas innovadoras que combinan distintos ingredientes, sin embargo, tapatíos reconocieron que las de hojaldre y crema son las de mejor sabor, así como las empanadas tradicionales, hechas con masa de maíz o trigo y rellenas de comida.

Además, fuera de los característicos puestos en el Centro de Guadalajara, algunos establecimientos también son sus predilectos. Ceci, por ejemplo, mencionó que sus empanadas favoritas son “de Panadería Estrella (en Santa Anita). Las que son de hojaldre son mis favoritas de la temporada”. Por su parte, para Eve las mejores las venden en Panadería La Luz, en la Zona Centro. El precio varía, pero en promedio se ubica entre los 30 y 40 pesos.

Antiguas pero deliciosas en varias culturas

La empanada, con raíces en la antigua Persia, ha recorrido un extenso camino hasta convertirse en un símbolo culinario en diversas culturas. Su versatilidad ha permitido adaptaciones, desde las empanadas gallegas de mariscos hasta las argentinas y por supuesto las de Cuaresma.

CT

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