Tienen nombre de artista y prócer de la Patria: Diego Rivera. No pinta ni es líder de nada; solo es alcalde de Tequila, el Ayuntamiento de nombre más reconocido en Jalisco y posiblemente en México. En el pasado fue priista, pero como en ese partido ya no tenía futuro, brincó a Morena y, en alianza con PT y Verde, se convirtió en alcalde de Tequila (para más detalles del personaje pueden ver la columna de Jonathan Lomelí del 20 de junio de este año).Como Varguitas, el célebre personaje de la película La ley de Herodes, escrita y dirigida por Luis Estrada, Rivera tiene vocación de emperador de su pueblo. La ley le hace literalmente lo que el viento a Juárez y ha cometido más atrocidades en un año que todos los presidentes municipales anteriores. Comenzó queriéndose apropiar y usar como oficina personal el Museo del Tequila, un inmueble del siglo XIX, pasándose al INAH y a cualquier autoridad por el Arco del Triunfo.La nueva gran idea fue cerrar, con patrullas municipales, una de las fábricas de Tequila Cuervo, con la excusa de un adeudo, que él mismo se inventó, de 20 millones de pesos de predial (lo aumentó por sus pistolas), mismos que, por supuesto, la tequilera no reconoce, pues de acuerdo con las normas vigentes su predial anual es de, pelos más o menos, un millón de pesos. Más allá de la discusión de si es mucho o poco lo que paga la tequilera por un predio de 200 hectáreas, la mayoría de ellas destinadas al cultivo de agave, el tema de fondo es la forma en la que el alcalde decide y opera. El Gobierno de Jalisco tiene documentados al menos diez casos de extorsión a otras empresas del municipio, pero en esta ocasión el Varguitas de Jalisco sobrestimó su capacidad: se metió con la empresa tequilera más grande del país y el caso llegó hasta los oídos de la Presidenta, que lo único que no necesita son más frentes abiertos que ahuyenten la inversión y manden el mensaje de que en este país no hay seguridad jurídica.Diego Rivera se pinta solo. Morena tendrá que decidir qué hace con este alcalde incómodo que, antes de ser candidato, ya tenía antecedentes de prepotencia y abuso de autoridad cuando fungió como tesorero del municipio de Juanacatlán. Lo que resulta increíble es la defensa que la presidenta de su partido en Jalisco, Erika Pérez, hizo del personaje sin entender que la intervención de la policía estatal era una decisión que venía desde Palacio Nacional.¿Quién le va a poner el alto al Varguitas de Tequila? Por lo pronto, esta parece haber sido su primera gran derrota y, patéticamente, Morena Jalisco quiso compartirla.