Viernes, 10 de Mayo 2024

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W.S. Merwin, in memoriam

Por: María Palomar

W.S. Merwin, in memoriam

W.S. Merwin, in memoriam

El viernes 15 de marzo murió en Hawai el poeta William Stanley Merwin. Había nacido en Nueva York en 1927 y recibió dos veces el premio Pulitzer, entre muchos otros. Fue uno de los escritores más respetados, prolíficos y versátiles de su generación; publicó cerca de medio centenar de libros de poemas y traducciones de poesía, y ocho en prosa, tanto de ficción como ensayo. Se mantuvo siempre fiel a su temprana visión de la poesía, herencia de Pound, encapsulada en uno de sus versos (en The Spirit of Romance): “Todas las edades son contemporáneas”. Fue lo menos gringo que pudo, vivió en distintos países y en todos aprendió y escribió mucho, y cada vez mejor. Sus traducciones estuvieron al servicio de otros poetas y otras culturas, que alimentaban también su escritura. En Mallorca fue tutor del hijo de Robert Graves, estuvo por años en Francia y en Inglaterra, tradujo entre otros a Dante, a Borges y a los trovadores provenzales, y tras instalarse en Hawai a finales de los setenta se convirtió, además, en especialista en palmeras, que cultivaba en su jardín.    

Los timoneles*

El navegante del día

traza su ruta acorde con unas pocas

estrellas diurnas

que nunca ve

salvo como negras estimaciones

sobre el papel blanco

cálculos del presente

y aun más allá

sobre un solo plano

mientras que en el mismo impulso viajero

el otro navegante sólo se guía

por lo que ve

y nombra a cambio de las visiones del día

lo que adivina en el oscuro vacío

sobre su cabeza

nombra a cambio de lo que nunca ha visto

lo que nunca verá

y nunca ve

al otro

la tierra misma se interpone siempre entre ambos

sin embargo él deja mensajes

con respecto a los cuerpos celestes

como si estuviese hablando de su propia vida

y a su vez encuentra

mensajes sobre

movimientos invisibles de los cuerpos celestes

movimientos de los días de una vida

y ambos navegantes dan voces

al pasar por los mismos lugares al amanecer

y al anochecer

gritan dormidos y despiertos

pero no pueden estar seguros de lo que oyen

cada vez imaginan más ecos

año tras año

tratan de encontrarse

piensan sin cesar uno en el otro

y en los rumores de un parecido entre ambos

*De La rosa náutica (The Compass Flower), México, El Tucán de Virgina, 1993; traducción de Jorge Esquinca y María Palomar.

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