Ese será el escenario que veremos el domingo en las urnas que se instalen luego del muy cuestionado proceso de organización de la primera elección que habrá en México para elegir a la mitad de las y los juzgadores del Poder Judicial Federal y locales en 17 Estados de la República, que propuso el ex presidente Andrés Manuel López Obrador y logró imponer luego del avasallador triunfo electoral obtenido hace un año con su candidata, la hoy Presidenta Claudia Sheinbaum.La justificación era que había que rescatar a un Poder Judicial Federal corrupto, nepotista y al servicio de los neoliberales y los adinerados del país, para que el pueblo pudiera elegir a nuevos ministros, magistrados y jueces y tener una verdadera e imparcial impartición de justicia.Por eso, el primer gran indicador que nos dirá si esa promesa de los gobiernos de la 4T se cumplió o quedó solo en demagogia será ver si el nepotismo no cambió solo de familias, y los influyentes ahora no son los que ostentan el poder y pudieron movilizar a sus huestes, con acordeón en mano, para colocar a sus incondicionales, al ver los nombres de las y los nuevos juzgadores que se instalen en el nuevo Poder Judicial bajo la modalidad de elección popular.Todo indica que esa será la inercia que prevalezca el domingo en la que predominarán los acarreos. Serán boletas para los que lleven nombres y números seleccionados. Para una especie de votantes iniciados que ya fueron aleccionados cómo y por quién votar. Las y los candidatos que no hayan logrado el respaldo de los liderazgos de la clase política y gubernamental sólo tendrán el voto de su red familiar y de amistades. La poca ciudadanía que acuda a votar, sin el incentivo de apoyar a algún juzgador o aspirante a juzgador conocido, llegará prácticamente en blanco, sin saber por quién votar a ciencia cierta, porque los dos meses de campaña muy poco ayudaron para identificar y distinguir a las y los aspirantes que se disputarán 881 cargos del Poder Judicial Federal.Al término de esta primera jornada electoral vendrá el momento del conteo de los votos que significará uno de los más grandes retrocesos en la historia de la democracia ciudadana de este país, cuando las boletas sean llevadas a contarse en privado, sólo por la burocracia electoral y no por los vecinos como se hace en las elecciones para elegir a los representantes del Poder Ejecutivo y el Poder Judicial.Así, otras de las grandes pérdidas será la credibilidad y confianza que nos daba un órgano electoral independiente como el Instituto Nacional Electoral (INE), que nos costó generaciones construir, y que ahora volverá a la opacidad para el procesamiento de los resultados, como le dicta el oficialismo.