Jueves, 28 de Marzo 2024

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Trastornos viales

Por: Armando González Escoto

Trastornos viales

Trastornos viales

Hace cincuenta años los japoneses presentaron, a solicitud, un proyecto para construir en Guadalajara cuatro líneas de tren subterráneo, con un crédito a veinticinco años, y además en un tiempo que para ese entonces era un record: tres años. Estas cuatro líneas entrelazarían Oblatos, Plaza del Sol, Tetlán, Ciudad Granja, Zapopan, Tlaquepaque. El presidente Díaz Ordaz ofreció financiar el veinticinco por ciento del costo total de la obra. Pero al final de 1968 el proyecto estaba abandonado. Cincuenta años después sólo la construcción de la línea tres ha durado cinco años, con un costo astronómico y diversos daños colaterales.

No es que dicha línea sea innecesaria, todo lo contrario, llega con cincuenta años de retraso. No es que no genere grandes beneficios para la ciudadanía, ya desde su misma construcción, lo que debemos analizar es el comportamiento del gobierno tanto estatal como municipal en el desarrollo de los trabajos, la manera tan lamentable en que buena parte de Guadalajara se convirtió en zona de guerra, sufriendo todo tipo de embotellamientos, de desconcierto ante los cambios de ruta del transporte público, de afectaciones al patrimonio, de pérdida de horas sea de trabajo que de descanso. Una obra pública que por el hecho mismo de ser subterránea se suponía que perjudicaría poco a la comunidad, pero que resultó igual o peor que si se hubiese hecho a cielo abierto.

Desde luego era necesario hacer la obra, insisto en que ese tema es incuestionable, pero fue el escenario ideal que mostró la ausencia de gobierno a la hora de auxiliar a la gente en su vida cotidiana, y ese es otro asunto de enorme relevancia.

El gobierno del país, el gobierno del estado y de sus municipios exige desde hace años un perfil de servidor público que todavía estamos lejos de alcanzar si analizamos las actuales campañas. Este perfil comienza por la capacidad que tenga el funcionario de facilitar, no de entorpecer, las relaciones entre ciudadanos, y entre éstos y las instituciones. En segundo sitio el perfil exige carecer de ideologías o banderas que imponer una vez alcance el triunfo, ya no estamos en esa época, y quien pretenda seguir ese esquema es más que cavernario, en el pasado mucho mal hicieron a nuestra sociedad la imposición dictatorial de sistemas, prejuicios, planes y leyes. Si bien cada funcionario puede creer en lo que guste, como actor público debe estar al servicio de todas las personas. Si llega un vegano, o un vegetariano al poder, no por eso tiene derecho a imponer a toda la ciudadanía sus gustos alimenticios. Y si el que llega proviene de algún extraño y exótico credo religioso, no por eso debe favorecer a sus compinches y contrariar al resto de la sociedad.

Si fuésemos honestos ni siquiera la pertenencia a un partido debería de mantenerse una vez que un candidato gana las elecciones, pues no ganó para ponerse al servicio de su partido, sino al servicio de la ciudad, del estado o del país cuyos habitantes le dieron su voto, no necesariamente por el partido al que representa, sino por la propuesta que haya persuadido a los votantes.

armando.gon@univa.mx

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