Jueves, 28 de Marzo 2024

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Todos los días

Por: Gabriela Aguilar

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“Morir no es nada, lo terrible es no vivir”, reza una frase de Víctor Hugo que viene mucho al caso un día como hoy, ya que si bien nuestra cultura honra a los que se fueron con altares y ofrendas cada Día de Muertos, una sociedad como la nuestra tiene la imperiosa necesidad de encontrar respuesta sobre todos aquellos que no se fueron sino que han sido arrebatados. Así como los altares llenan de color y júbilo a las familias, el altar a los ausentes recuerda cada día a esta sociedad y de forma monumental en sitios como la Glorieta a los Desaparecidos la deuda pendiente con aquellos que permanecen en la búsqueda. 

Y es que no es lo mismo llorar una partida que llorar una ausencia. En México, el violento fenómeno de la desaparición ha generado un luto y un duelo que parecen no terminar.

Nos llaman el país de los 100 mil desaparecidos, y es que desde mayo pasado, de acuerdo al informe de la Comisión Nacional de Búsqueda, se llegó a dicha cifra, y sólo en la administración federal actual se contabiliza casi el 30% de las desapariciones. 

Las cifras son escalofriantes, considerando que el país no atraviesa ni por dictaduras ni por guerras civiles, la lucha contra el crimen organizado en nuestro país ha elevado escandalosamente los números. En las últimas tres administraciones federales se contabilizan aproximadamente 83 mil casos, y falta aún el resultado al final del sexenio en curso.  

Los desaparecidos no están muertos. No hasta que se confirme lo contrario. No hasta que las familias puedan llorar los restos que les pertenecen y comience el verdadero duelo, porque no habrá aceptación y por ello hay quienes pasan décadas buscando a los suyos, recorriendo el país tras una pista.

Como nunca antes las madres se han convertido en buscadoras. No todas encuentran a sus ausentes, pero todas guardan la esperanza de hacerlo, y en ese camino le regalan el sosiego a muchas otras que lo necesitan.

Así como decía Víctor Hugo, lo terrible de la ausencia es no vivir. La realidad de las familias se trastoca, se les va la vida; se olvidan del día a día, del cuidado habitual de los que se quedan para perseguir cualquier pista del que ya no está. Padres, madres y hermanos se convierten en activistas, acuden al Servicio Médico Forense como parte de la agenda, y como consecuencia está el denunciar, manifestarse, agotar los recursos económicos. Los que se quedan tienen la capacidad de visibilizar el dolor, forman comisiones ciudadanas y dejan la vida en el intento para incidir en las políticas públicas.

Sin embargo, en este país donde todo apremia, no se ha convertido la búsqueda en una prioridad de la agenda pública y mientras se relega dicho rubro, la impunidad sigue ganando la partida, pues se registra un 100% de impunidad en desaparición y secuestro, un 99.7% en homicidios dolosos y 96.4% en feminicidio. No hay justicia ni castigo ni reparación del daño. Parafraseando a Carlos Fuentes, la muerte es tan injusta que no nos mata a nosotros, sino a los que amamos; es así como el dolor permanece y se alimenta de una esperanza. Hoy es Día de Muertos, pero todos los días es Día de los Desaparecidos. 

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