Opresión, desigualdad, violación, mujer objeto, machismo, misoginia… son algunos términos referentes a la violencia en contra de las mujeres.En México el discurso y las leyes son igualitarios, pero la realidad no lo es. “Aunque se han repartido algunas migajas de poder a las mujeres, es solo para taparle el ojo al macho” escribía Sara Sefchovich en 1995 para El Universal. Han pasado 23 años desde entonces y las posiciones protagónicas siguen ocupadas por los hombres, mientras que la ola de violencia que tiene orígenes distintos, se convierta en un tema natural, que no se persigue.Si en el trabajo público -como el ejercicio de la política- la mujer participa en formas definidas por los hombres, con actividades que pareciera deben ser autorizadas, se asume entonces que la única forma de intervenir en esos escenarios es así, dominadas.La catedrática de Cambridge, Mary Beard, afirma en su libro Mujeres y poder, que el poder del hombre está correlacionado con su capacidad para silenciar a las mujeres. El conocimiento de esta escritora sobre el mundo antiguo permite saber los orígenes de la violencia hacia la población femenina y una comparación brutal -y poco diferente- de aquellos tiempos con la actualidad. “La verdad incómoda es que cuando los romanos pensaban en momentos de cambio político, pensaban en términos de violencia contra las mujeres” y, desde entonces, las culturas patriarcales intentan -a veces de forma exitosa- eliminar las huellas de mujeres poderosas. “En Roma, las mujeres que se admiran son esposas y madres que cumplen con sus deberes. Las que parecen capaces de tomar el control son criticadas o ridiculizadas”. Luego, en un ensayo titulado La voz pública de las mujeres, Beard afirma que aunque las cosas han mejorado, los valores y temas masculinos continúan dominando.Este 25 de noviembre se conmemora el día internacional de la eliminación de la violencia contra la mujer, no faltarán los discursos de políticos que hablarán de la importancia de la fecha para su prevención y erradicación; de que la paridad de género fue un gran paso para abrir caminos. Pero sabemos que son ellos los que fomentan la falta de inclusión de mujeres en puestos clave al interior de partidos o instituciones públicas, y que la paridad horizontal se logró mediante la vía legal, a pesar de su falso lamento de que no existen perfiles femeninos para cubrir todos los puestos.Al final, las estructuras de poder siguen acaparadas por hombres y las mujeres deben ajustarse a éstas cuando debería ser lo contrario, modificar las estructuras, no a las mujeres.De nada sirve tener la mitad de un gabinete de Gobierno formado por mujeres, si la realidad es igual que antes. Igual que siempre.