Miércoles, 24 de Abril 2024

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Soberbia

Por: Eugenio Ruiz Orozco

Soberbia

Soberbia

En medio del proceso de readaptación, obligado por los tiempos, es conveniente reflexionar sobre lo que está sucediendo y puede suceder en el futuro con nuestras vidas individuales, familiares y colectivas. Sin ese ejercicio, el reajuste con la realidad puede prolongarse indefinidamente, más aún si, en una actitud de resistencia al cambio, dejamos que las hojas del almanaque se desprendan una tras otra sin cobrar conciencia del riesgo en el que vivimos, hasta que un día nos sorprenda un evento desagradable, incluidas las enfermedades y la muerte. Por un gen recesivo, los mexicanos tendemos a romper las reglas de convivencia y a la rebeldía: no obedecemos los ordenamientos de tránsito, tiramos basura en las calles, nos estacionamos a la mitad del arroyo, ofendemos a quien no nos cede el paso y, enseguida, se lo negamos al que nos lo solicita, nos sentimos con derecho a hacer nuestra voluntad y luego hacemos la crítica más acerba de quien actúa en los mismos términos. Exigimos honestidad y ofrecemos una dádiva al agente de tránsito, al policía o al ministerio público.

Por la bipolaridad identificada en nuestro comportamiento por Samuel Ramos, el creador de la Antropología Social en México, asumimos posiciones contradictorias. ¿Es un tema de ignorancia, inconciencia o desprecio por el orden y por la vida? o ¿es que llenos de soberbia, desestimamos las consecuencias de nuestros actos? La información circulante en los medios de comunicación, incluidas las redes sociales, nos hacen “sentir” que se ha recuperado la normalidad anterior. No es así. Todo se volvió manipulación, emotividad, falsas percepciones, ira, irritación. ¿Quién, hoy día, cree en los reportes del coronavirus? es más, ¿a quién le importa enterarse del tema? El mal no ha desaparecido, ni siquiera tenemos idea de su magnitud, entre otras razones, porque las autoridades así lo quieren. Lo que sí sabemos es de familiares, amigos o personas contagiadas que han perdido la vida.

La democracia reclama de la participación consciente de cada uno de nosotros para construir una sociedad más justa.

De los siete pecados capitales, gula, lujuria, ira, envidia, avaricia, pereza, la soberbia es el peor de todos. ¿Nos habrá invadido ese virus? Se nos ha explicado hasta la saciedad la conveniencia de protegernos: usar cubrebocas, lavarnos las manos con frecuencia, utilizar geles y sanitizantes, guardar la prudente y sana distancia, no asistir a lugares concurridos, etc. ¿Por qué, entonces, no todos atendemos las instrucciones o lo hacemos mal y de mala gana? Cuando observamos la conducta de quienes trasgreden las recomendaciones solo podemos pensar que, o son seres superiores dotados por Dios de inmunidad o son unos irresponsables; superar los retos que enfrentamos exige honestidad. La democracia reclama de la participación consciente de cada uno de nosotros para construir una sociedad más justa; para ello, es necesario no caer en actitudes soberbias o maniqueas. Atrás quedaron los tiempos del absolutismo. El derecho a la libertad y a la libre opinión de las ideas ha sido pagado con sangre. El respeto mutuo nos evitará males mayores.

Digamos no al autoritarismo, sí a la solidaridad, no a la soberbia, sí a la humildad sincera.

eugeruo@hotmail.com
 

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