Jueves, 25 de Abril 2024

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¿Siempre olvidar?

Por: Armando González Escoto

¿Siempre olvidar?

¿Siempre olvidar?

México pareciera ser el país del constante olvido. Olvido inducido por un gobierno que hasta la fecha no ha sido capaz de madurar ni de permitir madurar a la sociedad, lo cual ha corrompido las instituciones que conforman al Estado.

Esta tendencia anómala y calculada comenzó con la independencia conquistada, cuando los ideólogos y los gobiernos del momento consideraron indispensable hacer que la sociedad emancipada olvidara su pasado virreinal, aún más, lo denostara. No pasaron diez años cuando nuevamente el gobierno se impuso la tarea de echar en el olvido la gesta misma de la independencia y a su autor, Agustín de Iturbide, pues los juegos del poder así lo aconsejaban.

Liberales y conservadores hicieron un sinfín de revueltas hasta la catastrófica guerra de reforma, pero una vez ganada, había que olvidar su costo y sus consecuencias devastadoras, en aras del nuevo poder establecido. Nuevas revueltas condujeron al establecimiento de la dictadura porfirista, la cual desde luego procedió a generar un olvido selectivo, la historia partidista estaba en pleno apogeo y era de profundo cuño maniqueo, los buenos son siempre los que ganan, mientras que los malos pierden.

No obstante, el prolongado gobierno de Porfirio Díaz alcanzó elevados índices de progreso y desarrollo, como jamás se había visto desde la independencia. Pero el tendón de Aquiles del poder son los amantes del poder, nadie como ellos para identificar las fallas del que manda y emplearlas para derrocarlo. El gobierno emanado de la revolución impuso un nuevo olvido, el olvido del porfiriato y su denostación como una dictadura cruel y perversa. También había que olvidar las luchas intestinas de los caudillos “revolucionarios” conciliando en un mismo sepulcro asesinos con asesinados. Exiliado el “jefe máximo” por obra de Lázaro Cárdenas, vendrá la larga historia de los sexenios y de los nuevos olvidos con su método infalible, desacreditar para olvidar. En nuestra historia es difícil saber qué fue acierto y qué fue error, ya que su definición no nace de un objetivo acercamiento a los hechos, sino de un decreto establecido por el gobierno que llega. Éste triunfará exhibiendo los yerros del saliente, pero los olvidará apenas parezca haber tenido parte en ellos.

Si antes se decía que “todo tiempo pasado fue mejor” ahora se dirá que todo sexenio pasado fue siempre peor, con el riesgo de que al sumar todos los sexenios resulte que como estado hemos sido un fracaso, y que lo mejor siempre está por venir a condición de que nunca llegue.

La madurez de la sociedad y del gobierno es condición fundamental para el fortalecimiento de las instituciones que conforman al estado mexicano. La madurez es un proceso que implica la identidad del individuo y de la sociedad dentro de la nación de la que forman parte. Desde lo que somos y no desde lo que nos gustaría ser o imaginamos ser, es que enfrentamos nuestras acciones, es desde esa posición que valoramos nuestros aciertos y reconocemos nuestros errores, con todo el aprendizaje que ello conlleva ¿pero cómo puede México aprender de sus errores sin en lugar de reconocerlos como tales los convierte en fiestas nacionales?

armando.gon@univa.mx

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