Martes, 23 de Abril 2024

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¡Si hubiera un poco más!

Por: Xavier Toscano G. de Quevedo

¡Si hubiera un poco más!

¡Si hubiera un poco más!

En todas las manifestaciones artísticas, o cualesquier espectáculo que las personas han ido creando a través de los siglos, se van ganando al paso de los tiempos adeptos o seguidores que encuentran en cada una de ellas satisfacciones muy personales.  

El encanto que provocan las notas musicales en el concierto de una orquesta filarmónica, o la interpretación por voces privilegiadas en una ópera o zarzuela, la representación de grandes dramaturgos en una obra de teatro, así como también las multitudinarias presentaciones de históricas, consagradas e internacionales bandas de rock, o de intérpretes de nuestra música folclórica y popular, que tanto le agradan a la parroquia.

La danza, exposición muy particular e íntima de la cultura en cada país. El cine, manifestación en donde grandes genios y magos del celuloide han dejado para la perpetuidad imágenes que jamás serán olvidadas. Y tantas y tantas expresiones de arte que ha concebido a través de su ya dilata historia la humanidad. Sin que tengamos que olvidar las actividades deportivas tan arraigadas y publicitadas para el gusto popular en el mundo de hoy.  

Todas estas actividades, artísticas, culturales o populares, siempre han encontrado entre las personas quienes disfrutan con mayor intensidad, y que adentrándose en la de su predilección, las disfrutan con un inmenso deleite, y le dedican con entusiasmo y cariño gran parte de su tiempo.

El sorprendente e irrepetible Espectáculo Taurino, goza también de un espacio dentro de las actividades artísticas y culturales, en la que se identifican un cuantioso número de personas de la sociedad de nuestro país, y que durante siglos ha permanecido en el gusto y la preferencia de muchos mexicanos. Más de 500 años de valiosa historia en nuestra tierra, siendo un espectáculo que guarda sus orígenes con la llegada de los conquistadores, quedándose y enraizándose rápidamente en nuestra tierra. Pero lo cierto es que la Fiesta Brava encontró una interrelación que la convertiría en algo muy propio de los pueblos y las personas en las naciones en que vive.

Como es lógico, en nuestra Fiesta tienen que existir diferentes grupos o personas que forman parte del denominado “mundo del toro”: en primer lugar los aficionados, junto con el imprescindible público que paga su boleto, y finalmente —¡hay Dios Mío, que loza tan pesada!— las nefastas, adversas y antagónicas lacras, que son “los taurinos”, llámense empresas, ganaderos sin dignidad, actores que aburren y los parásitos vividores, pero mejor de estos, omitiremos hablar.

En los años transcurridos del nuevo siglo, hacen falta un poco más de aficionados, responsables, exigentes y comprometidos en una contienda sin cortapisas ni titubeos —porque está claramente demostrado que a las autoridades ni les preocupa y mucho menos les interesa—  para el REGRESO INMEDIATO a la seriedad y legitimidad hoy perdida, de nuestro egregio Espectáculo Taurino.  

Seguramente que estas acciones, mostradas con carácter firme y a la vista de todos, despertaría una inquietud positiva en el público que gustoso está acudiendo a las plazas, pero que “NUNCA” —obviamente por la altivez y negligencia de las empresas, y cubierta por la irresponsabilidad complaciente de ¿”autoridades”?— han tenido la oportunidad de presenciar, un auténtico festejo, razón por lo cual, un número significativo de ellos, desconcertados o con insuficientes nociones, no protestan ante los continuos atracos cometidos, tarde a tarde, en contra de un legítimo espectáculo, al cual tienen derecho.

Hoy nuestra Fiesta —continuaré machacando este catastrófico problema— vive empequeñecida por la ineptitud y desvergüenza de todos “los taurinos” —aquí se engloban todos— que actualmente, y para su mal, la tienen secuestrada. Es por ello que la única forma de regresarle su autorizada valía, será cuando en todas las plazas de nuestro México esté presente el único protagonista y eje central del Espectáculo: su Majestad El Toro Bravo.

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