Viernes, 26 de Abril 2024

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Remembranza de Ramón Corona

Por: José M. Murià

Remembranza de Ramón Corona

Remembranza de Ramón Corona

In memoriam Fernando del Paso

El 28 de enero de 1873, el general Ramón Corona Madrigal, comandante militar del estado de Jalisco, se convirtió, con justa razón, en el hombre más aclamado de Guadalajara.

Resulta que ese día, donde hoy se encuentra la gran base militar que llamamos “La Mojonera” salvó a la ciudad de que fuera arrasada por las enconadas fuerzas de Manuel Lozada, a quien solían nombrar “El Tigre de Álica”.

Éste, se había convertido en el indiscutible jefe de lo que es hoy el estado de Nayarit. Ayudó a ello que primero lo utilizaran los empresarios Barrón y Forbes, sendos cónsules de Inglaterra y Estados Unidos, para combatir a otro hombre de negocios de apellido Castaños… También se valió de los invasores franceses para cobrar más fuerza, pero el fondo de su poder se cimentó en haberse convertido en un acérrimo defensor de las cada vez más maltrechas comunidades indígenas.

Asimismo, cabe reconocer que durante los años en que el llamado cantón de Tepic estuvo bajo su férula, los beneficios de la entidad fueron muchos.

Pero el hombre perdió el piso y quiso “liberar a todos los pueblos” y lanzó a su gente contra tres puntos cardinales. Camino de Mazatlán fue vencido, lo mismo que quienes marcharon en dirección de Colotlán, pero la columna mayor, encabezada por él mismo, es la que se vino sobre Guadalajara, la cual encarnaba a sus peores enemigos.

Corona esperó cuanto pudo a efecto de que los tapatíos ricos que, para variar, hicieron gala de su tacañería y se resistían a proporcionarle los recursos urgentes que se requerían para hacerle frente a la invasión, se asustaran en verdad y aflojaran sus bolsillos.

De esta manera, la batalla se produjo, como se dice, en las goteras de Guadalajara y la gente se mantuvo en ascuas durante todo el día, hasta que, al caer la tarde, vieron regresar al propio general Corona maltrecho pero triunfador y, al día siguiente le rindieron todos los honores del caso.

Aquí empezó el ocaso de Lozada y el mayor encumbramiento de Corona que lo llevó a ser “embajador” de México en España y Portugal durante diez años, luego gobernador de Jalisco y posible substituto de Porfirio Díaz.

Así se recitaba en Jalisco:

De inteligencia, valiente

y de honradez notoria.

¿Quién al verlo no presiente

que terminará su historia

siendo un digno presidente?

Todo iba bien hasta que una mano mucho muy poderosa -se dice que la del propio presidente Díaz- promovió que un puñal acabara con su vida el 11 de noviembre de 1889, hace 130 años. Había nacido en Puruagua, municipio de Tuxcueca, el 18 de octubre de 1837. 

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