Viernes, 26 de Abril 2024

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“Recuerdos” (parte I)

Por: Carlos Enrigue

“Recuerdos” (parte I)

“Recuerdos” (parte I)

En el descenso a los infiernos de Odiseo, el Pélida Aquiles, en las sombras del Hades, le dice que ante la muerte no buscara consuelos: “yo más querría ser siervo en el campo de cualquier labrador sin caudal y de corta despensa que reinar sobre todos los muertos que allá fenecieron”.

En general, vista como se quiera, la muerte es un compañero de viaje muy poco deseado. La excepción probablemente se da en los vendedores de servicios funerarios, favorables a ésta por razones obvias y, desde luego, en esos seres que resultan tan singulares: los poetas, revisar a los escriben sobre ello sería interminable. A Platón le chocaban y consideraba válido expulsar de la República a poetas y artistas miméticos, que eran quienes tomaban como ejemplo esta realidad en lugar de tomar el mundo de las ideas y por tanto, quienes así actuaban eran unos falsarios por inspirarse en una copia de la copia, al considerar nuestra realidad como una copia del mundo de las ideas.

Mommsen, en su obra monumental Historia de Roma, afirma al respecto que: “Como en otro tiempo, el poeta, el escriba (scribe) como lo llamaban y el compositor pertenecían a la clase más baja de los obreros; estaban colocados en el rango más ínfimo de la opinión pública y la policía los maltrataba con frecuencia. El que se estimaba en algo se guardaba mucho de tener alguna relación con las representaciones teatrales”. 

Lo cierto es sería difícil encontrar algún poeta que no haga referencia al tema de la muerte, pero fuera de ellos, cuanto menos se le mencione, mejor. Y así, suelen comentar que alguien pasó, que ya se durmió, que ya descansó, que alguien se nos fue y, vamos, cuando alguien quiere ser más fino se dice que falleció, todo por no decir que se murió o, más popularmente, entregó el equipo, colgó los tenis o simplemente se pedaleó.

En su Diccionario del diablo, Ambrose Bierce define: “Muerto. Adj. Que ha acabado con el trabajo de respirar; que ha terminado con todo mundo; la loca carrera ha completado hasta el final; la meta dorada ha alcanzado […] y ha descubierto que es un hoyo en el suelo”. La muerte es bien sabe cómo, como decir que es como si uno no resollara, no es un estado anímico que cause alegría a quien la padece, pero que para quien está vivo puede hasta ser un tema festivo.

Los mexicanos en general tenemos fama de bragados (no me incluyan) y como veraz testimonio, en el maravilloso Archivo Casasola me impresiona que en muchas, pero muchas ocasiones, aparecen bastantes fotografías de sujetos que -con o sin justicia- están a punto de ser ejecutados. Ejecución que debió suceder momentos después, lo que en ocasiones también se fotografió u otras no se hizo, o no hay constancia de que hubieran hecho la foto, y los que serían fusilados se veían tranquilos, como si la muerte no les importara y en lugar de ser ejecutados estuvieran esperando el paso del tranvía o a la llegada de la novia.

@enrigue_zuloaga

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