Jueves, 16 de Octubre 2025
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Principio y prosperidad

Por: Maya Navarro de Lemus

Principio y prosperidad

Principio y prosperidad

Antes que la flor se abriera, anterior al Sol naciente, en el primer aliento de vida, un primer vocablo llegó descifrando la palabra amor, porque el amor jamás dejará de existir. Nada ocurre porque sí, ni el pájaro en la rama trina cuando se encuentra devastado, solo el tiempo y su laborioso afán habrá de reunir a seres en un solo himno. Como gotas de agua hechas del rocío matinal que al unirlas se hacen río y después océano, así somos los que conformamos el planeta. El hombre que habita éste mismo, va formando los senderos meditando en el tránsito hasta llegar a la anhelada colina.

Se permiten treguas, no alevosías, y si éstas aparecen a la falta de oportunidad, habrá llanto machacando con desdén al corazón. Fuimos creados para vivir en libertad, como águilas buscando el lugar idóneo para transformarse, renovando sus alas, desprendiéndose las garras, con el pico encorvado y viejo, perseverando a pesar del indomable viento. Sufrirá en el proceso pero valdrá la pena vivir con dignidad.

Se van amontonando días, nada se ve pasar, todo sucede lento… los campos se han secado y se presagian cambios; el invierno se acerca, esperemos pacientes a la primavera.

Quitemos esos lastres que llevamos arrastrando, nunca han sido necesarios. Urge depositar miel en el tazón, seamos gente con coraje de progreso, sanemos desde adentro, nuestra casa debe ser pintada, podemos ser el pabilo que la vela necesita para dar luz. Montemos unicornios y que nadie sepa de nosotros, seamos esos niños que esperan la mañana somnolientos, sin miedos, juguemos en el campo de amapolas, disfrutemos a la gente sin temerle y por la tarde corramos al encuentro de la madre esbozando una sonrisa. Hagamos collares de flores naturales, corramos tras una mariposa aunque se nos escape de las manos, busquemos renacuajos en el lodo, no obstante terminemos empapados y que solo los ojos sean los que relumbren en el oscuro color.

Ya cuando nos visite la luna, quizá esté en el firmamento la respuesta al perdón. En este término la palabra suena fácil, llevarla a cabo es otra cosa… perdonar no es olvidar, tampoco ignorar, seamos conscientes de ese sentimiento. Es conveniente vivir con generoso olvido. “Te perdono, me perdono”.

Si al lago tiras piedras el resultado puede ser distinto, no es lo mismo “hacer patitos” que tirar otra para hacer ondas, o lanzar una muy pesada para escuchar cuan profundo es el lago. Así se ve en la sociedad, en la familia y en el diario acontecer; luego me pregunto: ¿Qué tipo de piedra utilizo y cuánto ruido provoco? ¿Con cuál me identifico?

La debilidad humana nos hace perder a veces los estribos, el pasado regresa sin pedir permiso y se estaciona donde no hay lugar, se convierte en indomable, arremolinándose para hacernos daño, aquí es donde entra la decisión y el firme propósito de no darle cabida, que siga de largo sin mermar. Se necesita coraje para llenar estos vacíos. Decía Dalai Lama: “El planeta no necesita más personas exitosas, el planeta necesita desesperadamente poetas, artistas, libres pensadores, personas que ayuden a sanar y rehabilitar, que narren historias de amor en todas las formas posibles”. Participamos sin darnos cuenta en un carnaval en el cual existen demasiadas máscaras, algunas brillan más que otras según su valor adquisitivo. Surgen ocasiones donde se disfrazan situaciones que no son agradables y las tapamos con el afán de decir que todo está bien, que es normal que suceda terminando metidos en una camisa de fuerza que utilizamos como traje de gala a sabiendas que nos someterá los músculos.

La realidad se vive y va cambiando como el árbol y las estaciones. Una ceiba significa belleza, símbolo de vida, perpetuidad, grandeza y fuerza, se transforma paulatinamente, tira sus hojas y sus frutos son como algodón, le aparecen flores de color blancuzco o rosado, sin embargo las espinas en su tronco prevalecen; aun así es hermosa. Igual nosotros, somos una especie única y privilegiada creada para ser mejores. Vivamos sin esperar la muerte aunque ésta de seguro llegará, sembremos la semilla para los que vienen…

¡Construyamos paz!

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