Hasta ahora nadie se ha explicado cómo don Taurino -que ese era el nombre de mi antepasado- fue a dar a La Resolana, lo que fue ciertamente extraño, porque aquello, aunque paradisiaco, queda retirado y en ese entonces no era fácil llegar ahí, como no es fácil llegar ahora, salvo que a usted le parezca sencillo recorrer 40 kilómetros de distancia con 3,812 curvas. Pero se lo explicaba porque el sujeto era experto en sagradas escrituras, donde leyó que el paraíso terrenal se ubicaba entre el Tigris y el Éufrates que, según su propia traducción del arameo a nuestro castellano, quería decir que quedaba entre los ríos Tamazula y Purificación, y esta villa cumplía el requisito. Lo que sí nadie pudo explicar fue por qué iba montado en el burro volteando para atrás, aunque los más hocicones han afirmado que era para ver si lo iban siguiendo y tomar precauciones al respecto; aunque otra teoría, también sin comprobar, es que el sujeto era exótico y simplemente quería llamar la atención para que le preguntaran e iniciar plática.Pero todas esas dudas se plantean únicamente para hablar de mi antepasado y como no hay seguridad, porque resulta intrascendente todo lo que se diga de él, pues todo vale y otra duda es dónde quiso pararse el burro: se ha discutido, a falta de mejor tema, según afirman algunos, que la primera parada fue en la cantina del pueblo, para tomarse unos tuxca que ahí vendían porque el dueño era de Tuxcacuesco y él lo importaba; la otra versión era que se siguió derecho y fue a dar a casa de mi tátara, tátara abuela que ahí vivía y que tenía fama de que estaba bastante federica y por eso no había tenido hasta ese día ningún pretendiente. Aunque en su favor hay muchos que sostienen con certeza que si bien estaba fea tenía una letra palmer maravillosa, pero además hay que decir que su familia era de pudientes y que ella era hija única, lo que le daba un especial para mi pariente, que no era interesado, aunque sí fijado en esos pequeños detalles.Pero no paran ahí las singularidades del sujeto que además de tener ese nombre tan horrible también era gangoso, lo que en una sociedad poco evolucionada como era aquella significa que todos se burlaron de él sin la menor consideración, porque también se apellidaba Enrique, lo que pronunciado en gangoso resulta el origen de nuestro apellido; pues nadie me va a venir a decir que él mismo se puso un nombre tan feo como es Taurino e inventó un apellido tan complicado como el mío. Lo más probable es que los dos hechos sean verdad y que el burro se paró en la cantina, ahí se echó unos farolazos, se embriagó y al salir llegó a casa de mi parienta y se casó con ella.