Viernes, 19 de Abril 2024

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Presidente, la prensa no es el enemigo

Por: Jorge O. Navarro

Presidente, la prensa no es el enemigo

Presidente, la prensa no es el enemigo

Entre los muchos asuntos polémicos y delicados que afronta la Cuarta Transformación todos los días, el Presidente Andrés Manuel López Obrador ha establecido que los medios de comunicación convencionales (la prensa, como popularmente se les conoce) representan otro de sus problemas. Junto con la inseguridad, la violencia, la economía estancada, las diferencias de visión con autoridades civiles y militares, los errores de su gabinete y muchos otro temas, el presidente considera que la cuestionamientos de los medios son una bronca más, pero peor, financiada por sus contrincantes “conservadores”.

Con la misma facilidad con la que pinta al país en blanco y negro, la Presidencia determinó que los medios de comunicación, así en general, o son aliados o enemigos. Y si están en el segundo grupo, es porque están financiados por intereses que quieren frenar el cambio de la 4T e imponer sus propios intereses.

Esa táctica es muy dañina porque además de intentar silenciar al periodismo convencional, nulifica a los periodistas y al periodismo: para el Presidente López Obrador no existe conciencia individual ni capacidad de discernimiento, porque el periodista simplemente hará lo que le dicten.

¿En dónde queda el ejercicio del periodismo como una crítica resistente a los embates del poder durante los últimos 18 años, justo cuando el Presidente López Obrador denunciaba los errores y los excesos desde la oposición política? Sencillamente lo elimina.

Es sorprendente cómo en “las mañaneras” se ha establecido el discurso de considerar a los periodistas que cuestionan como enemigos del gobierno y enviados sospechosos de los enemigos del presidente y sus causas justas.

Pero a menos de un mes de que la administración federal cumpla un año de ejercicio, su confrontación con los medios no es novedad. Lo novedoso es que la costumbre del presidente puede convertirse en una tendencia seguida por gobernadores, presidentes municipales y otros personajes que ejercen cargos públicos de relevancia.

El gobernador de Jalisco, Enrique Alfaro Ramírez, sorprendió la semana pasada (viernes 01 de noviembre), cuando descalificó a los medios de comunicación genéricamente, por las críticas que se han hecho después del fallido operativo de las Fuerzas Armadas en Culiacán (17 de octubre). Los medios se limitan a decir que las cosas están mal, apuntó el mandatario.

Si primero lo hace el Presidente, y después se suman los gobernadores (también incómodos y molestos con las críticas que se publican por sus decisiones y gestiones), vamos a terminar en un escenario de imposibilidad periodística. Será imposible ya cuestionar, publicar críticas, reflejar la realidad cuando ésta sea negativa.

Si se establece esta tendencia y se deja crecer hasta convertirla en regla, el daño será irreversible porque se mezcla con la descomposición evidente en muchos otros ámbitos sociales.

Es evidente que los medios de comunicación en México deben mejorar en muchos sentidos. Sus fallas internas se arrastran desde décadas atrás, pero hay escasas reformas e incentivos para profesionalizarlos y convertirlos más en actores sociales que en herramientas de poder.

La clase política, empezando por el Presidente en Palacio Nacional, deben definir mucho mejor quiénes son enemigos. La prensa no lo es. 

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