Jueves, 18 de Abril 2024

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¿Por qué compraste tu coche?

Por: Sergio Oliveira

¿Por qué compraste tu coche?

¿Por qué compraste tu coche?

La mayoría de los seres humanos, si lográramos ser sinceros, diríamos que compramos nuestro auto porque nos dio la regalada gana. Y tendríamos la razón. Los coches, mucho más para los hombres que para las mujeres, son una compra emocional. Nos hacemos de ellos porque nos gusta su forma, su potencia, su tamaño y, mucho más que cualquier otro motivo, por la imagen que proyecta de nosotros mismos, por cómo queremos ser vistos. Con mucha frecuencia esto es un acto tan involuntario que justificamos nuestra decisión con algún argumento que suene racional lo suficiente para convencer al menos sagaz. Lo hacemos tanto y somos tantos los que tenemos esa práctica, que cuando queremos finalmente comprar un auto de forma racional, pensando hacer una compra inteligente, no sabemos cómo y somos traicionados hasta por las matemáticas. Puede parecer que no, pero el motivo por qué decidimos hacernos de un auto es tan importante como el modelo que elegimos.

Uno de los pretextos más comunes para justificar nuestra elección por un coche es cuando intentamos convencer a los demás que necesitábamos una camioneta. “Como esperamos a un niño, ya era necesario el espacio para la silla”; “me siento más seguro”; “con los topes y baches, nada como una camioneta”. Curiosamente el espacio en algunas “camionetas” es menor que en muchos coches, su altura al suelo es igual o hasta menor en algunos casos y la suspensión es la misma, es decir, sufre tanto como un auto por los baches y topes pasados a una velocidad mayor que lo debido. En mi caso, cuando salí de Peugeot Galerías, en Guadalajara, con mi nueva 5008, lo hice básicamente porque mi esposa lo quiso. Ya saben: “happy wife, happy life”. Pero confieso que cada vez que me toca manejarla me encanta su diseño, acabados, equipo y altura, que si bien la hace más peligrosa por la menor estabilidad, también es punto en favor el sentirse más alto en el tránsito.

Ecología mal pensada

Otro de los errores que cometemos es al momento de comprar un coche pensando en la economía de combustible. Nos cegamos tanto ante la idea de hacernos de un auto que gaste poca gasolina, que cometemos la nada inteligente acción de gastar más dinero que lo que el nuevo auto nos va a ahorrar. Somos capaces de comprar un Prius de 380 mil pesos en lugar de un Forte de 330 solo porque el Toyota consume menos, sin pensar que estamos pagando 50 mil pesos más que nunca regresarán en función de la diferencia de consumo, a menos que lo usemos como taxi.

Muchos que se han enamorado de la Peugeot 3008 van por la versión diesel también pensando en la diferencia de consumo, incluso cuando la distancia de precio entre ambas no justifica la inversión extra. No está mal comprar la diesel pensando en el mayor torque, en la mayor durabilidad de su motor, en lo más fácil que será rebasar en carretera, pero si es por consumo, de nuevo, no es una decisión inteligente a menos que la pongas como taxi ejecutivo.

Hacer un buena compra también tiene que ver con el motivo que los llevó a tomar esa de decisión. Cuando ese motivo no fue el correcto, es cuando abrimos el cajón de los pretextos.
 

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