Domingo, 02 de Noviembre 2025

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#NoSonTresSomosTodxs

Por: Gabriela Aguilar

#NoSonTresSomosTodxs

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Ha pasado una semana desde que la Fiscalía General del Estado anunciara que daría a conocer información sobre el paradero de los tres estudiantes del Centro de Artes Audiovisuales: Javier Salomón Aceves, Jesús Daniel Díaz y Marco Francisco Ávalos. “Esperemos que sean buenas noticias”, decía el primer comentario que apareció en la pantalla de la transmisión en vivo que realizó dicha dependencia. Pero no lo eran. A las autoridades les costó trabajo decir palabras como restos, familia, tortura, ácido. También a nosotros nos ha costado pasmo y esfuerzo platicarlo; tener que imaginar que en este país el azar se paga muy caro y que estar en el momento equivocado puede ser motivo suficiente para perder la vida.

Jalisco recibió una sacudida que antes parecía reservada para otros estados de nuestro país. Así han temblado el Estado de México, Veracruz, Chihuahua o Tamaulipas. Y aun cuando para muchos de nosotros no es nada nuevo tener miedo caminar las calles de nuestra ciudad, esta vez el mensaje ha sido recibido de manera masiva. Nadie está libre de peligro.

Quizá hemos sido testigos silenciosos de la gestación de estas células criminales y narcomenudistas. Fuimos testigos de esos niños y niñas que no recibieron alternativas para su desarrollo, o que tal vez estuvieron muy cerca de la delincuencia y ni siquiera nos dimos cuenta. Permitimos que un joven rapero hablara de que “el infierno lo vio crecer” y continuamos sumando millones de vistas a su canal de YouTube. Luego nos enteramos con horror que sus canciones eran más que una metáfora y que recibía 12 mil pesos por deshacer cuerpos humanos. El Gobierno está rebasado, de eso no hay duda. Pero lo que más pesa es que todos, en mayor o menos medida, somos parte de la cultura del narcotráfico. Y la realidad nos ha golpeado lo bastante fuerte como para que nos preguntemos cómo poner un alto.

Miles de jóvenes salieron el pasado 26 de abril para hacer el recorrido desde el Paraninfo hasta la recientemente bautizada “Glorieta de las y los desaparecidos”. ¡Exigimos paz!, gritaban con todas sus fuerzas. Ese ejercicio de solidaridad (mismo que ha convocado la mayor cantidad de jóvenes en los últimos años) nos demuestra que no es cierto eso de que las nuevas generaciones son indiferentes. Todavía hay quienes se alejan del hastío y de la ignorancia. Todavía existen quienes están dispuestos a reconstruir el país desde sus raíces. Todavía hay quienes recuerdan los nombres de esos jóvenes que no recibieron suficiente atención mediática, pero que nos faltan. Y que nos duelen. Ellos, los que marchan y cuestionan, son el motivo de inspiración de una sociedad entera a la que sostiene la esperanza. No son tres, somos todos. Y queremos justicia.

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