Jueves, 28 de Marzo 2024

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No son los migrantes ni los creyentes, somos nosotros

Por: Gabriela Aguilar

No son los migrantes ni los creyentes, somos nosotros

No son los migrantes ni los creyentes, somos nosotros

El fin de semana el encono y la división tuvieron un episodio más en la historia de la cuarta transformación. Tanto en redes como en la realidad, el tema fue el acto de defensa de la dignidad nacional y a favor de la amistad con Estados Unidos, así lo bautizó el gobierno federal.

La participación de ministros religiosos en el acto fue una de las principales molestias expresadas por muchos. Las descalificaciones, los ataques y agresiones a quienes se mostraron a favor o en contra de este evento subieron de tono.

Me gustaría pensar que estos capítulos en la historia de nuestro país son sólo eso, situaciones por las que tenemos que transitar para llegar a lo que aspiramos. Pero la realidad es otra, al parecer la discordia se ha instalado y los debates y discusiones respetuosas, con argumentos y bajo la premisa del respeto a las diferencias, cada vez son más lejanos.

Hemos llevado las quejas, desesperanza y hasta frustraciones personales a nuestra vida cotidiana. Las redes sociales no han bastado para desahogar los sentimientos y/o pensamientos, ahora queremos convertir a la vida misma en campo de batalla. Los buenos contra los malos, los “chairos” contra los “fifís”, los jóvenes contra los viejos y así, nos podríamos seguir en una espiral interminable de enfrentamientos.

Lo lamentable es que en la embestida pasemos por encima de inocentes. Cada vez hay más víctimas a quienes estamos vulnerando por partida doble. Es el caso de los migrantes centroamericanos, a quienes seguimos atacando por los prejuicios de una buena parte de la sociedad mexicana que no ha comprendido que en la mayoría de los casos, la migración no es voluntaria sino forzada por las circunstancias de violencia, económicas o sociales que enfrentan en sus países.

También estos días han sido difíciles para los miembros de la Iglesia La Luz del Mundo, quienes son el blanco de ataques de odio y discriminación.

Las personas que profesan esta creencia religiosa no son responsables de los actos ilegales o inmorales que pudieran cometer o haber cometido sus líderes o representantes. Así como tampoco los miembros de la comunidad católica deben ser responsabilizados por los miles de casos de pederastia y abusos sexuales que por años han protagonizado los sacerdotes de esta religión.

Si tenemos el derecho a la libertad religiosa tenemos que tener también la obligación y responsabilidad de respetar la libertad del otro. Lo que está ocurriendo en nuestro país y a nivel local nos está exacerbando y no nos hemos hecho responsables de sus consecuencias. Hoy más que nunca necesitamos unidad, serenidad y ecuanimidad para enfrentar la realidad. Necesitamos más mentes libres y abiertas, que respeten los derechos de los demás y ejerzan los propios.

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