Jueves, 25 de Abril 2024

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No sé por quién votar

Por: Luis Jorge Cárdenas Díaz

No sé por quién votar

No sé por quién votar

La amenaza más grande de la democracia es sin duda alguna la cleptocracia. Si la cleptomanía es la tendencia innata a apoderarse de lo ajeno; la cleptocracia viene siendo la generalización de esta manía por los gobernantes. La moda de la desvergüenza, el enseñoramiento y desarrollo del poder basado en el robo, el soborno, el peculado, la información privilegiada; el dominio de los ladrones escudados en el poder.

Estamos en el umbral de la posibilidad de que esta lacra cambie. El primer requisito para cambiarla es reconocer su existencia; aceptar que la fuerza de la costumbre nos ha causado la ceguera que acepta las cosas como están por la impotencia de cambiarlas. La realidad nacional es que nuestro sistema político es estructuralmente cleptocrático.

La cleptocracia no proporciona medios de sustento al pueblo, le dan limosnas y ayudas para simular que están combatiendo a la pobreza. Esos apoyos resultan excesivamente caros por la burocracia que tienen que implementar para hacérselas llegar y de paso, buena parte de ese presupuesto nunca llega a manos de los necesitados, se queda en el camino en manos corruptas.

Los cleptócratas utilizan los fondos públicos para conseguir apoyos incondicionales de los grupos de poder fácticos;  para sobornar vía prestaciones y canonjías a los poderes legislativo y judicial, dejándolos robar a sus anchas, legalizando y solapando sus prácticas corruptas.

Un gobierno cleptócrata gasta grandes sumas en sobornos disfrazados de publicidad en los medios masivos de comunicación, radio y televisión; engañan al pueblo haciéndole creer que el obeso, costoso y complejo aparato electoral es para garantizar la democracia; cuando en realidad da lo mismo que sea electo uno que el o tro, si al final ingresará a formar parte de la cleptocracia. Toman el control de los partidos políticos; conciertan coaliciones de un partido con otros para mantener un sistema de alianzas para conservar el poder; aunque entre la sociedad se presentan como grandes enemigos ideológicos. Como los luchadores profesionales que en el ring simulan darse golpes y odiarse a muerte y cuando termina el show se reúnen a brindar por su actuación. Así es como se explican estas extrañas alianzas en las que partidos de una ideología ayudan a gobiernos de otra corriente totalmente opuesta, para repartirse el botín.

El mayor peligro que enfrentamos en las próximas elecciones, es el populismo, el engaño al pueblo de que ahora sí, se va a acabar la corrupción, ahora si se acabará con la mafia del poder, ahora sí se acabará la pobreza, se repartirá dinero a estudiantes, a desempleados, a los ancianos, se otorgará el beneficio de la salud a toda la población, pero no se dice de donde se sacarán los recursos para repartir dinero  a diestra y siniestra.

Se copian estrategias de países socialistas en donde esos programas han fracasado. Los recursos los toman quitándolos a quienes los compraron con su esfuerzo y trabajo mediante expropiaciones.

Espero que los votantes disciernan entre otorgar su voto incondicional a uno u otro partido  y antes de eso, exijan que la cleptocracia abdique y acepten que  limiten su poder y sus grandes sueldos y prebendas. La disyuntiva es cleptocracia o populismo, si me roban me dejan algo, si me expropian no me dejan nada.
 

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