Jueves, 18 de Abril 2024

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No se combate, se administra

Por: Pablo Latapí

No se combate, se administra

No se combate, se administra

En los procesos electorales que me ha tocado vivir, y que no son pocos, no recuerdo uno como éste en que a menos de tres meses nos aproximemos al día de las elecciones con un enorme desencanto y un marcado fastidio hacia el proceso y sus actores.

Si existe algo de entusiasmo es muy poco, y corresponde precisamente a los grupos que buscan el poder, o su pedazo de poder, y por ello debaten, declaran, se revuelcan y vociferan, pero sin mucho eco entre la población.

Tratando de buscar cuál, o cuáles, son las razones profundas del desencanto (más allá de la corrupción grosera y el cobijo que le brinda la impunidad) encuentro una sentencia de una lucidez brutal en un texto de Juan Villoro en El País: “Los gobierno en México no se han dedicado a combatir los problemas, se han dedicado a administrarlos…”.

Y nada más cierto; tome usted esta premisa y aplíquela al problema que más le guste o que más le siente:

En México no se combate la corrupción, se administra..

No se combate la impunidad, se administra…

No se combate la pobreza, se administra..

No se combate la inseguridad, se administra…

No se combate la violencia, se administra...

Y puede seguir y seguir hasta el problema más terrenal y cercano a nosotros, como el de la vialidad en las grandes ciudades, y efectivamente no se combaten la saturación vehicular y el desorden vial, simplemente se administran.

Toda una operación administrativa que descansa plácidamente en manos de una burocracia obesa e ineficiente, que simula que resuelve problemas cuando en realidad sólo los administra, a un costo por cierto altísimo, y con dudosa eficiencia.

Tal parece que ese modus operandi está en el ADN de la clase gobernante en México al igual que la corrupción y la impunidad.

¿Cómo esperar entonces hoy propuestas por parte de los candidatos a la presidencia?

No está en su lógica como gobernantes atacar los problemas, sólo tienen planes para administrarlos. Y hasta ahora se ha demostrado que independientemente del partido que los cobije, o la corriente dentro del partido, todos quienes han salido del mundo de la política en nuestro país no están capacitados para hacer las cosas diferentes.

Para deprimirse, es cierto, porque mientras sean los políticos quienes se ocupen de los gobiernos estamos condenados a repetir el mismo error hasta el cansancio.

Por ello suena interesante cuando hay iniciativas que genuina y honestamente surgen de ciudadanos. De la famosa sociedad civil, pero de la auténtica, no aquella en que se cobijan tránsfugas que ya no encontraron cobijo en un partido político.

Cuando son ciudadanos, que entre otras muchas actividades se dedican a las cuestiones políticas, quienes critican, evalúan y proponen es cuando aparecen visos de cambiar las cosas. Son pequeñas brechas que se van abriendo, muy poco a poco y con la resistencia de la clase política por supuesto, pero se abren y también se van expandiendo.

Quizás como señalan varios analistas estamos llegando a los últimos días de este sistema de clase política gobernante, pero por lo menos en el horizonte, aún lejano, se ve un surgimiento de personas que efectivamente tendrán que remplazarlos, y suena bien.

(platapi.en.i@hotmail.com)

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