Jueves, 02 de Mayo 2024

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Más allá de la presidencia del INEGI

Por: Rogelio Campos

Más allá de la presidencia del INEGI

Más allá de la presidencia del INEGI

Cada vez que hay relevos en los órganos de dirección de los organismos constitucionales autónomos, se activan algunos círculos académicos y/o grupos de interés que pretender perfilar o descarrilar aspirantes. El interés por el quehacer de estos organismos decrece considerablemente entre la “masa crítica” hasta que se vuelve a abrir la temporada de relevos.

Hace poco más de un año, el presidente López Obrador propuso a Graciela Márquez, hasta ese momento Secretaria de Economía, como vicepresidenta del INEGI. Desde ese día, el presidente mencionó que un año después la propondría para el cargo de presidenta, una vez que terminara el periodo de seis años de Julio Santaella.

No obstante lo anterior, un grupo de promotores de la reelección de Santaella se pronunciaron desde hace algunas semanas, ponderando las virtudes del hasta ahora presidente, que por cierto las tiene y no son pocas.

Hace seis años, cuando Santaella llegó al INEGI fue recibido con una andanada de desafortunadas críticas, que lo acusaban de haber manipulado el Modulo de Condiciones Socioeconómicas MOCOSO de la Encuesta Nacional de Ingreso y Gasto en Hogares ENIGH. Inclusive, el PRD y el partido Movimiento Ciudadano anunciaron que emprenderían acciones para retirar a Santaella de la presidencia del INEGI por su trabajo en la medición de la pobreza. Si bien la medición de la pobreza la hace el CONEVAL, su principal insumo es la ENIGH.

A todos estos críticos les pasó de noche que Santaella había llegado al INEGI meses después de que se había levantado la ENIGH. Ninguno de los críticos reparó en que el INEGI cuenta con una Junta de Gobierno, obviamente colegiada que impide que este tipo de decisiones sean tomadas por una persona. También obviaron -y con ello degradaron- el trabajo de experimentados profesionales que conforman las áreas técnicas del INEGI. Menos voltearon a ver al antecesor de Santaella, porque cuando se fue lo hizo con un prestigio bien ganado.

Un año después de la designación de Santaella, vino el nombramiento de Paloma Merodio como vicepresidenta, que desató un terremoto porque -según la propia ficha de análisis del Senado- no cumplía con los requisitos de ley https://www.senado.gob.mx/comisiones/poblacion_desarrollo/docs/PMG_9.pdf. Este episodio no estuvo exento del uso de los argumentos del “techo de cristal”; los defensores de Merodio apelaban a que llegaba una mujer a la Junta de Gobierno. Aquellos defensores ahora no festinan que el INEGI por primera vez tendrá una presidenta. 

Lo cierto es que las discusiones sobre el INEGI son estacionales y se centran mayormente en la designación de sus titulares, pero hemos dejado escapar cuestiones de interés nacional.

Primeramente, ubiquémonos. México es una potencia mundial en material estadística. Según el Indicador de Desempeño Estadístico del Banco Mundial https://www.worldbank.org/en/programs/statistical-performance-indicators, México está por encima de Francia, Irlanda, Japón, Nueva Zelanda, Reino Unido y Suiza; se encuentra empatado con Alemania y Canadá y es líder indiscutible de América Latina y El Caribe. Estadísticamente, México se comporta como un país que es el doble de rico de lo que en realidad es.

Ahora que estamos ubicados, repasemos algunas cuestiones que no corresponden a un país con semejante potencial estadístico y que merecen un ejercicio de reflexión y sana autocrítica:

1. El INEGI es autónomo. Tiene un diseño institucional que corresponde a los principios básicos de Naciones Unidas y la Ley Genérica (modelo) de la CEPAL. La enorme mayoría de los países de Latinoamérica, El Caribe y África envidian nuestro diseño y en muchos de estos países van a pasar décadas para poder alcanzarlo. Basta decir que en Centroamérica los -bien fondeados- bancos centrales ejercen de facto funciones de las -raquíticas- oficinas de estadísticas.

Sin embargo, en México hemos confundido autonomía con lejanía del gobierno. Esto sucede desde hace tiempo. Quienes hemos formado parte de órganos colegiados del Sistema Nacional de Información Estadística y Geográfica SNIEG, lo hemos podido constatar. Los representantes del gobierno van en una dirección y la bien dotada burocracia estadística en otra. Hacen, fingen como que se entienden.

2. En materia estadística existen las rondas censales, que -idealmente- se deben realizar cada 10 años: censos de población y vivienda, agropecuario y económico. En México, desde 1930 y hasta 1970 se realizaron puntualmente los censos agropecuarios. Luego se hicieron en 1981 y 1991. Después pasaron 16 años para que en 2007 se hiciera en último con el que cuenta el país. Hace 14 años que no se hace un censo agropecuario y ni la Cámara de Diputados ni el INEGI han informado si se aprobaron recursos para hacerlo en 2022. De ese tamaño es la importancia que se le da a este ejercicio.

3. Otra situación que caracteriza nuestro desempeño estadístico es la gran apuesta por las encuestas que no corresponde al impulso que requieren los registros administrativos como generadores de estadística. Basta mencionar que en algunos países de Europa ya no hacen censos y su información es basada en registros administrativos; otros tantos lo hacen combinado: censo con registro administrativo.

4. Una asignatura pendiente del desarrollo estadístico en el país es la preeminencia de lo nacional sobre lo subnacional. Son pocos los esfuerzos en el país de entidades que han logrado cristalizar desarrollos de sistemas de información: Campeche, Guanajuato, Estado de México, Jalisco, Yucatán y algunos municipios, como en el caso de Nuevo León. De hecho, es sorprendente el desprecio hacia el desarrollo estadístico subnacional que prevalece en la comentocracia y élites académicas de la capital de la República.

5. Otro tema que está ausente prácticamente en la agenda del INEGI es el de la asesoría catastral. Los catastros son fundamentales para la supervivencia fiscal de los municipios y potencialmente son el núcleo informativo de comunidades, como sucede en España o Colombia.

6. La transparencia proactiva es algo que el INEGI podría mejorar. Sería muy sano conocer cuánto cuesta un censo económico, uno agropecuario, uno económico y los distintos tipos de encuestas. Una queja de los productores de información es que no se explota todo lo que podría explotarse y una buena estrategia es que la población sepa lo que cuestan diversos operativos.

7. El envejecimiento del capital humano del INEGI es preocupante. La mayoría de los servidores públicos con más de 30 años de servicio no se jubilan y en la mayor parte de los casos obedece a la fórmula de su pago salarial. En resumen, si se jubilan reciben el 20 por ciento de su salario. Este tema sería un claro reflejo de que “a casa de herrero, azadón de palo” y merece un plan para enfrentar la situación. El caso es que tarde o temprano se sufrirán las consecuencias de ese “tapón” generacional.

8. Si bien es cierto que el Sistema Nacional de Información Estadística y Geográfica SNIEG está conformado por centenas de unidades productoras de información y cuyo órgano rector y -en no pocos casos- también productor de información es el INEGI, éste último tiene una preeminencia excesiva sobre el sistema en su totalidad. También es cierto que el SNIEG está lleno de comités, consejos, etc, pero que en la mayoría de los casos -quienes hemos participado en ellos- la participación de sus integrantes es testimonial.

9. Por último, me referiré a la Cultura Estadística. Lamentablemente la de nuestro país es una sociedad anumérica y eso se refleja en todos lo niveles. ¿Por qué los diputados y senadores nunca citan a comparecer al presidente del INEGI? ¿Por qué ni la Cámara de Diputados ni la de Senadores cuentan con comisiones de Información Estadística y Geográfica? La respuesta puede estar en que no tienen interés en la materia y/o en que no entienden de la materia. En ese sentido, vendría bien crear comisiones y alguna dirección de apoyo técnico como las que tienen en otros casos en ambas cámaras.

Estas nueve situaciones representan desafíos y oportunidades para el SNIEG y para el INEGI y sería muy conveniente que la masa crítica se ocupe de las mismas y de otras tantas, y que lo haga todo el año, todos los años y no solamente cuando va a haber cambio de sus titulares.

P,D, Felicito al Dr. Julio Santaella por su desempeño y le deseo el mayor de los éxitos a la Dra.. Graciela Márquez.

*El autor es consultor internacional en información estadística y geoespacial. 

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