Viernes, 26 de Abril 2024

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María Estela Villaseñor Anguiano

Por: Maya Navarro de Lemus

María Estela Villaseñor Anguiano

María Estela Villaseñor Anguiano

María Estela Villaseñor Anguiano nace en Autlán Jalisco, en el año de 1948; de una familia numerosa y de profundas raíces en el pueblo. De niña fue muy inquieta y preguntona. Al grado de querer esconderla cuando llegaba visita. Tiene una debilidad y es su amor por la naturaleza, ya que Autlán está rodeado por la Sierra Madre Occidental.

A temprana edad comenzó su inquietud por la lectura desde Emilio Salgari; hasta El Muro de Jean Paul Sartre; de Hugo Wast, su libro favorito es Flor de Durazno. Le gusta el silencio. Le gusta pensar. De joven se escondía abajo de la cama o dentro de un armario para leer con tranquilidad ante el bullicio de siete hermanos. Esto le ayudó posteriormente a expresarse en la escritura.

Después de muchos años de matrimonio y de criar a dos hijos, sin dejar la oportunidad de leer de vez en cuando, en 2007 se inscribió en SOGEM en Guadalajara, por tener el auspicio de la Sociedad General de Escritores de México, ahí cursó seis semestres, por motivos de salud se retiró a vivir a la ribera de Chapala, aunque continuó en contacto con la maestra Carolina Aranda que dirige el Círculo de Lectura Plata desde 2012 en la Casa Iteso Clavijero. Reconoce la pasión por la lectura, es ávida en devorar los libros, los saborea. Descubre en cada autor las habilidades para narrar; prefiere acercarse sobre todo a autores premiados con el Nobel, Goncourt y otros.

Escribe relatos y textos sobre eventos cotidianos en su muro del Facebook, donde tiene sus seguidores. En 2014 publica la plaquette Cuentos para ti, que fue presentada por Ana Isaura González, cuentacuentos, en el teatro Urbano “El Embarcadero”, con el grupo “Los Viajantes”.

También fue presentada en el Museo Regional y de las Artes de Autlán, su tierra natal, con gran éxito, en septiembre del año 2015.

En el mismo museo, en mayo de ese año, recibe reconocimiento por su participación como moderadora en “El Martes de Café Literario” dentro del marco de los festejos del tercer Aniversario del Museo. En una estancia larga que realiza en el año 2015 en Autlán se inscribe en la Universidad de Guadalajara en el Centro Universitario de la Costa Sur (CUCostaSur) al Diplomado en Acercamiento a la Poesía que dirige el poeta Jorge Souza.

Entusiasta e incansable. Ama los atardeceres y la fotografía practica en modo lírico. A sus setenta y un años la invitan a participar por primera vez en la exposición anual colectiva en El Centro Cultural de Ajijic con dos fotografías, en ella exponen sus creaciones los artistas locales. Actualmente vive en el paraíso de Ajijic, Jalisco.

Inspiración. Desde pequeña se convirtió en amante de las letras.

No estar

El camino siempre me hace discurrir en la consciencia sobre ¿qué será no estar? El aire se resbala por mi piel, se adentra en mi cuerpo como una caricia, lo disfruto, entra y sale acompasado, huele a campo, a leña, a libertad, a dulce; huele a vida. Lo extrañaré, me extrañaré, nos echaremos de menos. Dirá algo ese árbol que rompe la roca para salir a la luz y liberar sus ramas para llenarse de hojas; la tescalama representa para mí el esfuerzo que cuesta vivir, es una planta resiliente, de raíces amarillentas, fuertes, arraigadas en el corazón de la piedra: su casa. Cuando no sienta mi mirada ¿me extrañará?

La montaña ¡ay! mi querida montaña cada día alargo la mirada hacia ti queriendo descubrir qué guardas entre tus barrancos y oscuras cañadas. Pastizales, valles silvestres, breña dorada, ocre, cobriza, cubierta de grises porque te han quemado, aun así conservas tu esencia de huizache. Tierra rojiza, barrosa, amarillo albero, negruzca, seca, removida, sembrada la tierra viva. Aunque parezcas inerte siempre eres generosa.

¿Quién los mirará ahora que no esté? ¿Quién detendrá su pensamiento para unirse al suyo? Esta carrera llamada vida no se detiene, se pierde en el bullicio. ¿Y el horizonte? ¿El Infinito? No estaré para ir a su encuentro. No estaré ya más con las nubes blancas, grises, gordas, alargadas, inquietas que se deshacen en niebla vaporosa... en agua. No estaré para seguirlas, ¿me seguirán ustedes? Los atardeceres... esos me los llevaré, se los robaré al cielo. Son míos desde que me llamo Estela.
 

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