Pasó el tan esperado Juego de Estrellas 2025 en el imponente Globe Life Field de Arlington, Texas, y más allá del despliegue mediático y del ambiente festivo que siempre acompaña al llamado “Clásico de Mitad de Temporada”, hay varios aspectos que merecen análisis con lupa. Entre ellos, la notable -y ya no tan esporádica- presencia del talento mexicano en el diamante, el nuevo y controversial sistema de desempate por jonrones de oro, y un avance tecnológico que, sin ser espectáculo, marca un hito en la justicia deportiva: la revisión automática del conteo de bolas y strikes.Comencemos con lo que realmente nos ilusiona: los nuestros.México, aunque sigue siendo tratado muchas veces como actor secundario en la narrativa de las Grandes Ligas, dio una señal inequívoca de consolidación: cuatro peloteros tricolores vieron actividad -y no desentonaron- en el evento más publicitado del calendario beisbolero. Jonathan Aranda, versátil y sobrio, tuvo oportunidad de mostrar la elegancia de su fildeo; Andrés Muñoz, encendido como siempre, lanzó con autoridad desde la lomita; Alejandro Kirk, sereno y cerebral, demostró por qué sigue siendo un referente confiable detrás del plato; y Randy Arozarena, con su carisma escénico intacto, lució en el diamante pese a llegar como llamado de emergencia.No es exageración decir que cada uno dejó una buena impresión. Y aunque el All-Star no define clasificaciones ni entrega trofeos, sí es una plataforma potente para enviar mensajes: a las organizaciones, a los scouts, a los patrocinadores y, sobre todo, a la afición. El mensaje de esta edición fue claro: México tiene talento y tiene presencia. Ya no es flor de un día ni anécdota simpática; es una constante que exige continuidad, apoyo estructural y desarrollo formativo desde las bases nacionales.Pero no todo fue color de rosa en esta edición.La mayor polémica -que ya genera tanto entusiasmo como escozor- fue el debut del sistema de “desempate por jonrón de oro”. Cuando el encuentro terminó empatado tras nueve entradas, en lugar de irse a extrainnings tradicionales, las reglas del evento establecieron que cada equipo seleccionaría a un bateador para buscar el walk-off con un solo swing: un jonrón o nada.Sí, fue espectacular. Sí, la televisión lo agradeció. Sí, el público rugió. Pero no. No puede ser adoptado como regla para juegos oficiales.El béisbol es un deporte de estrategia, de ritmos, de resistencias mentales y físicas. Reducir el desenlace de un juego a un solo swing, por más dramático que sea, traiciona su esencia. La tensión de entradas extras, los movimientos en el bullpen, el manejo de corredores, el uso táctico del toque o del robo… todo eso desaparece con esta mecánica de espectáculo. Está bien para el All-Star, está bien para arrancar aplausos, pero sería aberrante verla en postemporada o, peor aún, en un juego de Serie Mundial. Afortunadamente, hasta ahora, nadie lo plantea en serio para juegos con valor real. Que así se quede.En cambio, lo que sí merece celebrarse como un cambio de fondo -aunque menos vistoso- es la implementación de la revisión automatizada del conteo de bolas y strikes. Con este sistema, los conteos dudosos se revisan en tiempo real mediante tecnología de precisión, eliminando el margen de error humano que, en no pocos casos, había definido el rumbo de un partido. Ya no más “alégale al umpire”, ya no más protestas airadas ni miradas incendiarias desde el dugout.¿Rompe la tradición? Quizás.¿Deshumaniza el juego? Para nada.Lo que hace es elevar el estándar de justicia. El beisbol, como todo deporte de alto rendimiento, merece la mayor fidelidad posible en su ejecución. Que se defina por talento, no por errores arbitrales.Y así, entre bambinazos dorados, revisiones quirúrgicas de conteo y peloteros mexicanos que ya no son la excepción sino el ejemplo, el Juego de Estrellas 2025 deja lecciones para reflexionar.El crecimiento del pelotero mexicano no es una promesa: es una realidad. Y mientras sigan apareciendo en este tipo de escaparates, lo que corresponde es consolidar una estructura nacional que les acompañe, que no los deje solos ni los celebre sólo cuando cruzan fronteras. La fiesta fue brillante, sí. Pero más brillante fue ver que el color verde, blanco y rojo estuvo presente en el centro del diamante… y no sólo en las gradas.bambinazos61@gmail.com@salvadorcosio1