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Los toreros pudieron más que los toros

Por: Patricio Fernández Cortina

Los toreros pudieron más que los toros

Los toreros pudieron más que los toros

Segunda corrida en la Plaza de Toros Nuevo Progreso. Domingo 29 de octubre de 2017. Más de media plaza. Desde el ingreso por la puerta “Carnicerito” el alma empieza a desear que haya suerte, que los toros sean bravos y con trapío, y que los toreros salgan a torear como si fuera la última vez. A las cuatro de la tarde con 20 minutos, la banda de música comienza a tocar “Que Viva España”.

La Plaza de Toros Nuevo Progreso cumple 50 años, y la revista La Temporada, que hojeo mientras espero que comience el paseíllo, festeja su 20 aniversario. Enhorabuena para todos aquellos que trabajan por el toreo.

Sebastián Castella toreó primero al toro “Talentoso”, de la ganadería de Begoña, un cárdeno oscuro que desde el primer encuentro se quedaba en el sitio, pero que al ir al caballo no mostró bravura. Deleitó con un quite por chicuelinas, con esa técnica peculiar de jalar el capote con fuerza obligando al toro a doblar en su eje y volver. Tremenda voltereta sufrió, sin consecuencias. El segundo toro de su lote, de nombre “Embrujado”, de la ganadería de Mimiahuapam, con pitones cortísimos y sin bravura, no mostró nada más, a pesar de la insistencia del torero. Regaló un toro de reserva, de nombre “Caminante”, de la ganadería de Santa Teresa, un negro entrepelado que derribó también al caballo. A este toro le hizo el mejor quite, que fue de esta manera: se paró muy quieto en los medios, pensativo mirando la arena, preparándose para hacer el péndulo. Y entonces, con la mano derecha en lo alto, citó al toro que arrancó alegre y con fuerza pasando por debajo de la muleta, dos veces seguidas, para terminar con un desdén. Vuelta al ruedo, y nada más. A los tres toros de Castella les pusieron banderillas de color azul y blanco que, al contacto con la sangre del toro en un extremo, formaban los colores de la bandera de Francia.

Juan Pablo Sánchez nos regaló ayer por la tarde una muestra de temple que no será olvidada jamás. Fue a su primer toro, el segundo de la tarde, un negro mulato de nombre “Valeroso”, de la ganadería de Mimiahuapam, al que después de haberse persignado cinco veces contra las tablas, le pegó una serie de derechazos en la versión más bellamente lenta que se ha visto en años, culminando con un pase de pecho acompasado como un poema cuyas palabras se mecen en el viento. Luego de buscar por naturales, comprendió el hombre que el toro iba mejor por el pitón derecho, y ahí lo puso, con temple gallardo, para dar cuatro derechazos y pasarse al toro por la espalda, retemblando de olés la plaza entera. Dos orejas fueron su trofeo muy merecido. Con ese arte y esa pinta de torero, bien valdría llamarlo, como me dijo don Ignacio García Villaseñor en el pasillo, el “nuevo rey del temple”.

Sergio Flores no tuvo suerte con sus toros, y será que por eso sólo le vimos valor, pero poco arte. Le tocó el peor lote, y a pesar de que acaba de reponerse de una tremenda cornada en San Luis Potosí, buscó por todos los lados del toro lo que nunca habría de encontrar, pues cuando el toro no embiste, no ayuda. Vamos por la vida recogiendo recuerdos, y con ellos esculpimos la obra de nuestra existencia. En Sergio pude ver que el recuerdo del miedo debería enseñarle que es mejor matar a un toro que no embiste, que jugarse la vida en vano.

Juan Pablo Sánchez. En su primero de la tarde hizo gala de una muy bien lograda serie de derechazos para beneplácito de los asistentes. EL INFORMADOR/G. Gallo

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