Sábado, 20 de Abril 2024

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La riqueza espiritual

Por: Guillermo Dellamary

La riqueza espiritual

La riqueza espiritual

Si bien no todos somos ricos materialmente, ni tal vez lo lleguemos a ser, sí debemos apoyar y luchar por conseguir la riqueza para nuestro espíritu.

¿En qué consiste ser rico espiritualmente?

Todo parece indicar que es alguien quien posee abundancia de valores relacionados con el bienestar de la persona. Y que regularmente los ha obtenido por medio del esfuerzo y la dedicación.

Es una manera de vivir, una actitud generosa y caritativa para con los demás. Alguien que ha perfeccionado las virtudes y se ha alejado de los vicios que a la mayoría de nosotros todavía nos esclavizan.

Es rico en paz interior y goza de una exquisita alegría, que lo conduce por la vida con una genuina sonrisa que a todos impacta. En definitiva es un ser humano bueno, humilde y que se esmera por vivir en armonía consigo mismo y con su entorno.

Es el estereotipo del ideal, de un santurrón a quién muy pocos llegan, pues la mayoría somos demasiado mundanos y propensos al “pecado” y a la maldad.

A lo mejor sin llegar tan alto, la riqueza espiritual es el camino de perfeccionamiento al ir acumulando virtudes que se ponen al servicio de los demás. Contrario al millonario material que acumula bienes materiales para su propio beneficio y el de su familia y sólo da migajas de todo lo que posee, porque está atrapado en la avaricia.

También muestra sabiduría y una enorme sensibilidad a los sentimientos y emociones de los demás; tiene el don de ponerse en sus zapatos.

El ideal del hombre bueno, pleno de riqueza y valores, no es muy socorrido por la plebe.

El ideal del hombre bueno, pleno de riqueza y valores, no es muy socorrido por la plebe; no parece un estado de ánimo divertido y atractivo. Como bien dicen por ahí, todo lo “bueno” de la vida acaba siendo limitado o prohibido.

Sin embargo, es una aspiración que acerca a cualquiera, a vivir con mayor paz, antesala de algo más parecido a la felicidad. Una manera más eficaz para obtenerlo, dicen, que no sería por la ruta de la abundancia de bienes mundanos. Y eso mismo te puedes preguntar si te dieran a escoger entre ser un millonario material o un sujeto pleno de riqueza espiritual ¿cuál elegirías?

Lo interesante y paradójico del tema es que mientras los pobres aspiran a ser ricos, los que ya tiene la abundancia material y la comodidad, algunos si se dan cuenta que todo eso no conduce a la riqueza espiritual y entonces van en busca de ella por el camino de la sabiduría espiritual o de las religiones.

Entonces los pobres, de bienes materiales, en vez de aspirar a la riqueza material, podrían ahorrarse ese paso e ir directamente a conquistar la riqueza espiritual. Una propuesta muy clara del cristianismo en los Evangelios. Pues resulta importante practicar el desapego y el perfeccionamiento interior, en vez de las conquistas exteriores.

Lo importante es conocer que existe una noble y virtuosa manera de arrancarle a la vida una agradable y gozosa manera de vivir, que no tiene que ver con los éxitos materiales y mundanos, sino en el crecimiento del espíritu.

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