Viernes, 26 de Julio 2024

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La patificación de la revocación

Por: Diego Petersen

La patificación de la revocación

La patificación de la revocación

La resolución de la Suprema Corte que obliga al Instituto Nacional Electoral (INE) a realizar la consulta para la revocación de mandato del presidente tiene un mensaje muy claro: la falta de presupuesto no es excusa para incumplir la ley. El INE tiene el mandato constitucional de hacer una consulta, si tres por ciento de los electores lo pide, y no hay razón que valga para no hacerlo.

Como principio, no podemos sino aplaudirlo. Ninguna autoridad debería de poner como pretexto la falta de presupuesto para no cumplir sus obligaciones y más aún para garantizar los derechos ciudadanos. Pero, ¿cuál es el límite de este principio?, o si se prefiere ¿qué hacemos con esa cosa horrorosa llamada realidad y que termina siempre imponiendo su lógica? Las boletas cuestan lo que cuestan, los traslados son los que son, la capacitación es la que debe ser, a menos que le bajemos la calidad a nuestra democracia, y esa parece hoy la única solución.

La democracia mexicana es cara porque es producto de la desconfianza. No hay partido en México que no haya hecho triquiñuelas

La democracia mexicana es cara porque es producto de la desconfianza. No hay partido en México que no haya hecho triquiñuelas. Es cierto que el fraude electoral y el uso del poder y los recursos públicos en las elecciones eran parte de la cultura priista, pero todos los partidos, PAN, PRD, Morena Verde, MC y la chiquillada han recurrido a prácticas ilegales y antidemocráticas para llegar o para preservar el poder. El gasto excesivo del INE se va en mantener y vigilar a los partidos, no en la organización de las elecciones, que serían más baratas con partidos honestos, ni en el mantenimiento de Consejo general, que sin duda hay que abaratar, pero más como una cuestión de principio que de verdadero ahorro.

El INE, no Lorenzo Córdova ni Ciro Murayama, sino el Consejero General en pleno, ha planteado que la revocación es un proceso tan delicado y serio como lo es una elección presidencial. Con la misma seriedad que tomamos la decisión de quién será nuestro presidente debemos tomar la consulta sobre si esa decisión debe ser revertida. Lo que está en juego no es la vanidad del presidente sino la voluntad democrática de los mexicanos. Sin embargo, tras la decisión de la Corte la única salida parece ser la patificación de la consulta de revocación. Hacer una consulta con un tercio de las casillas de una elección federal no asegura el derecho de participación de todos los ciudadanos, pero sí la puesta en escena necesaria para que el presidente y su partido hagan campaña, movilicen a las clientelas políticas y aceiten la maquinaria para las elecciones estales y federal. 

diego.petersen@informador.com.mx

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