Jueves, 24 de Abril 2025

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La mentira en política

Por: Jonathan Lomelí

La mentira en política

La mentira en política

¿Por qué miente un político? Para desembarazarse de la molesta realidad. ¿Cuántas veces miente un político al día? Las necesarias o las suficientes para enmascarar la realidad que le incomoda. 

La falta de sinceridad política es una característica de nuestra clase gobernante y causa del desprestigio de los políticos profesionales. Todos los días, en todos los niveles y a todas horas, podemos detectar sus mentiras si ponemos mayor atención a sus declaraciones.  

Los más aficionados al micrófono suelen ser los más virtuosos en el arte de engañar. Pongamos tres ejemplos: 

Cuando Vladimir Putin acusa de «montaje» la masacre de civiles en el suburbio de Bucha, en Kiev, pero imágenes satelitales muestran esos cuerpos arrumbados desde hace dos semanas cuando los rusos controlaban la ciudad. 

Cuando AMLO dice que Adán Augusto López no promueve el voto a su favor en la revocación, pero un video muestra a su secretario en pleno acto proselitista. 

Cuando Enrique Alfaro sostiene con las volantas -su operativo de despistolización- bajaron los homicidios con arma de fuego, pero no hubo ni detenidos ni armas de fuego decomisadas. 

Hannah Arendt, teórica política, escribió un ensayo titulado La mentira en política, en donde explica cómo el mentiroso siente un profundo desdén por la realidad. 

A pesar de haberse publicado en la década de los setenta, cuando ya dominaba la sociedad de masas y de consumo, sus reflexiones son vigentes. 

En el fondo, el político mentiroso concibe a la política como una rama de las relaciones públicas y el arte de hacer creer las apariencias. No le habla a los ciudadanos sino a una «audiencia» por medio de guiones o escenificaciones más propias del mundo del espectáculo.

En otras palabras, esta clase de gobernantes batallan por la conquista de la opinión favorable del pueblo más que por la transformación de la realidad. 

Casi al final, Arendt advierte del riesgo que supone cuando el mentiroso traslada a otro nivel su compulsión y aversión por la realidad, a tal grado que llega a creer sus propias mentiras: 

«En el terreno de la política, donde el secreto y el engaño deliberado desempeñaron siempre un papel significativo, el autoengaño constituye el peligro por excelencia; el engañador engañado pierde todo contacto, no solo con su audiencia, sino con el mundo real que acabará sin embargo por atraparlo, ya que puede apartar su mente de ese mundo pero no su cuerpo». 

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