Jueves, 09 de Octubre 2025

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"La isla" (Parte VII)

Por: Carlos Enrigue

"La isla" (Parte VII)

La fama es una cosa veleidosa y al doctor Joseph Trebilcock no le importó la moralidad e hizo un montaje: simulando hacerlo con el semen de Berriozabal, dueño de Flegra, quien era estéril, fecundó con el suyo a la esposa.

El logro del dictador y su mujer, que lucía ya una pequeña barriga de cinco meses, provocaba la envidias de la “corte” del dictador, formada por más parientes y amigos de la isla, a quienes poco faltó para ir con ellos a ver al médico maravilla.

No fueron juntos, pero sí lo hicieron todos aquellos que consideraban tener problemas de ese tipo.

En su momento, se pusieron en las hábiles manos del especialista, quien difícilmente tenía tiempo de atender a tantos pacientes que llegaban desesperados a ponerse en sus manos milagrosas.

Los primeros recomendados del dictador que llegaron fue un matrimonio joven, Carlos y María Campos, ellos no vivían en Flegra, vivían en una isla cercana, ambos eran herederos de fortunas, ambos pertenecían a familias de hacendados, cuando se casaron decían que más que boda aquello había sido una fusión de negocios.

Tenían cuatro años de matrimonio y ansiaban ser padres. En la primera entrevista se hizo evidente que el dinero no era suficiente para satisfacer sus deseos, aunque sí para sufragar el alto precio que tenían que pagar a ese médico maravilloso. Aparentemente eran clientes ideales, tal vez al galeno le preocupaba la excesiva delgadez de la mujer, pero no confiaba en sus instintos, prefería esperar los análisis, los que mandó practicar a los millonarios caribeños, los que tendrían que volver diez días después.

La pareja regresó a su isla en su avión privado, volviendo ocho días después a la gran manzana, donde dedicarían un par de días a hacer compras que esperaban les ayudaran a relajarse, a sentirse menos presionados durante los análisis que se practicaron, tras los cuales serían llamados de nuevo para la cita definitiva, la que se daría después de que el facultativo revisara los resultados.

En este caso el problema era relativamente sencillo: se trataba de una endometriosis que la joven sufría. En cuanto al semen del marido, aunque era apto, el médico consideró prudente hacer lo mismo que en el caso del dictador, lo que hizo desde luego sin comunicárselo a los pacientes: le había agradado poner del semen propio, que según él era inmejorable.

Claro que antes tenía que practicar una intervención correctiva en la señora y lo cierto es que si este procedimiento funcionaba, ya no sería necesario la fecundación in vitro, pero de cualquier manera se lo practicaría, el negocio así lo exigía.

Se fijaron las fechas para la intervención, no sin advertir al marido que después de la operación y hasta que se implantaran los óvulos fecundados no podría tener relaciones con su mujer.

Tuvo razón el facultativo y con la simple operación se estableció que la mujer era de una altísima fertilidad, con lo cual resultó muy sencillo que se diera el embarazo y el nacimiento de la criatura, la primera de varios que nacieron en riguroso orden anual, tanto que seis años después volvieron a ligarle las trompas a la señora, puesto que el marido no permitió le hicieran la vasectomía, porque eso sería como castrarse.

@enrigue_zuloaga
 

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