Sábado, 04 de Mayo 2024

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“La fuerza del destino”

Por: Carlos Enrigue

“La fuerza del destino”

“La fuerza del destino”

Este título, que parece más canción de Lupita D’Alessio -que no sé si siga cantando aún, pero cuando la escucho me agrada-, lo elegí para hablar con ustedes en nuestra charla semanal, aunque yo pretendía algo muy docto y qué quiere, como que no se me da, pero para los griegos el destino era una especie de fuerza cósmica que regulaba las cosas. Todo estaba sujeto a las hijas de Zeus, a las que -cuando menos en tiempos de Homero- se referían como las Moiras, de ellas la más temible era Átropos: la inevitable.

Su propio padre les temía y en el canto XVI de la Ilíada llora la muerte de un tal Sarpedón, la que no puede evitar y la acepta; así que si pudiéramos traducir esto sería como que el destino es lo que te toca y si te toca, aunque le frunzas y si no te toca, aunque te arrimes. Y es porque me acordé de una historia que pasó en la capital, en tiempo de la Colonia y que por menso no anoté los datos, pero el relato es bueno de por sí.

Una larga pero permanente travesía de aquellos tiempos era la conocida como Nao de China, que habitualmente duraba haciendo el recorrido como siete meses, o sea, un chorro, y que por lo mismo y por lo lejano era muy difícil saber por dónde andaba. La historia era que a un sujeto, estando en la plaza de la ciudad de México, o sea, en la meritita Gran Chilangostlán -porque también allá pasan cosas- se le ocurrió anunciar en alta voz que se acababa de hundir la Nao de China, lo que causó gran sorpresa pero que no pudo ser comprobado hasta meses después en que se supo que efectivamente se había hundido una, pero para esas fechas la Inquisición no pudo encontrar al sujeto que había anunciado el suceso; la Inquisición, como buen tribunal que era, llegaba usualmente tarde a tomar las acciones que le correspondían.

Y es que en aquel tiempo, una afirmación como la que narro, producía casi de inmediato dos cartas: una para la capital del reino, que era Madrid y otra a Roma en que algún clérigo reportaba el hecho; sin embargo cuando supe la historia que les cuento no tuve el talento de checar si estas comunicaciones existieron. 

Lo interesante es que, por la razón que usted quiera, es innegable que hay personas que pueden ver alguna parte del futuro y no simplemente deducirlo (que también hay quienes con base en los sucesos que se conocen deducen actos del futuro, pero esos, de momento, no deseo tratarlos). Me interesan aquellos que pueden, con alguna base de certeza, anunciar que sucederá o no sucederá algo; yo desde luego que no tengo esa aptitud, pero no dudo nada que hay muchas personas que sí tienen esta facultad, temporal o permanentemente. ¿Usted qué opina?, ¿conoce usted a alguien con tal habilidad?

@enrigue_zuloaga

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