Viernes, 26 de Abril 2024

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La flota del azogue de 1724

Por: María Palomar

La flota del azogue de 1724

La flota del azogue de 1724

Por más de una razón fue nefasto el año de 1724 para el Imperio español. En primer término, vio transcurrir entre enero y agosto el reinado más fugaz de su historia: el de Luis I, hijo mayor de Felipe V y María Luisa de Saboya. Felipe V, un monarca depresivo y aprensivo, había abdicado para dejar el trono a su heredero de apenas dieciséis años, pero cuando éste murió de viruela se vio precisado a prolongar su reinado, que fue larguísimo, pues -salvo esos pocos meses- duró de 1700 a 1746.

El otro terrible revés fue la pérdida de la flota del azogue la noche del 24 de agosto, justo una semana antes de la muerte del Rey.

Desde el siglo XVI sabían muy bien los navegantes que no se debía atravesar el Caribe entre mayo y octubre, temporada de huracanes. A pesar de ello, el teniente general Baltasar de Guevara y Vinuesa, comandante de la flota, la hizo zarpar de Cádiz rumbo a Veracruz el 13 de julio. Los dos enormes galeones que la componían eran el Nuestra Señora de Guadalupe y el San José (apodado Tolosa), con seiscientas personas a bordo cada uno, además del cargamento de 360 toneladas de mercurio de Almadén, indispensable para el beneficio de la plata novohispana, y gran volumen de distintas mercancías: vino y aguardiente, aceite, clavos para los astilleros de La Habana y hasta una gran colección de vasos y jarras de vidrio (éstos viajaban de contrabando, pues el dueño no pagó los impuestos correspondientes).

El galeón Nuestra Señora de Guadalupe había sido botado en Campeche en 1703. Fue construido para ser la nave capitana de la Armada de Barlovento; desplazaba hasta 2 500 toneladas, tenía 50 metros de eslora, llevaba 112 cañones y costó 100 000 pesos.

Las dos naves hicieron escala en Tenerife, en las Canarias, y llegaron a Puerto Rico el 13 de agosto para hacer aguada y reparar el mastelero del Tolosa. Cuenta la leyenda que, desoyendo la opinión del piloto mayor, el comandante Guevara insistió en zarpar el 23 rumbo a La Habana. La noche del 24, los galeones fueron sorprendidos por un huracán y buscaron refugiarse en la ensenada de Samaná (nordeste de la actual República Dominicana), embarrancaron y se hundieron en los bajíos, a unos dos kilómetros de distancia uno del otro.

Del Guadalupe se salvaron unos quinientos tripulantes y pasajeros, pero del Tolosa sólo treinta. La carga se perdió por completo. Un muy buen artículo en El País relata las vicisitudes de los sobrevivientes, dignas de figurar en una película.

Desde 1974 los pescadores de la zona ubicaron el pecio del Guadalupe, y a partir de 1994 el gobierno dominicano lleva adelante, con la colaboración de científicos españoles y de otros países iberoamericanos, el llamado Proyecto Galeones de Azogue. Se han logrado rescatar unos 45 000 objetos (que se expondrán en el Museo de la Ataranzanas Reales de Santo Domingo) y documentar extensivamente, gracias al Archivo de Indias y otros repositorios en México y las Antillas, los datos sobre los pasajeros y marineros, así como acerca de la carga y sus orígenes y destinos.

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