Miércoles, 24 de Abril 2024

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Joven, mexicano, siglo XXI

Por: Diego Petersen

Joven, mexicano, siglo XXI

Joven, mexicano, siglo XXI


Creo fervientemente que hay una sobrevaloración del ser joven simplemente por ser la edad de la fuerza y la belleza; que la arrogancia y convicción de la juventud es hija natural de la ignorancia. Por suerte, y por lo mismo, estoy convencido también que la juventud es el único defecto que se quita con el tiempo. Detesto los días de… desde el día de la madre hasta el de la secretaria, pasando por el del niño, el del periodista y el del cartero. Dicho todo lo anterior también tengo que decir que si de algo sirvió ayer el día de la juventud fue para enterarnos de lo que hemos hecho en este país con los jóvenes o, si se prefiere, lo que sufrirán los jóvenes por lo que los adultos hemos hecho con este país en el siglo XXI.

El trabajo de cada nueva generación es romper con los moldes que le impone la anterior, pero ¿qué pasa cuando el molde heredado está roto; cuándo lo que la generación llamada de la transición, las y los que construimos el siglo XXI mexicano, heredamos un país donde no caben los jóvenes?

Durante muchos años se habló como una gran virtud del bono generacional, de la generación de mexicanos más grande de la historia porque a partir de ese momento comenzaba la disminución de la tasa poblacional, como el tesoro de la sierra madre: serían muchos, estarían educados, tendrían en sus manos un país democrático, moderno y con una economía abierta al mundo. Esa generación es la de los nacidos en los noventas, los que ahora tienen entre 20 y 30 años y está lejos, muy lejos de vivir en el paraíso prometido.

Fue la generación que pagó con malos salarios la competitividad de la economía mexicana

El bono generacional se nos fue entre las manos como el agua del río. Esa generación fue la que puso el pecho en una guerra sin cuartel entre el Estado mexicano y el crimen organizado. Fue la generación que pagó con malos salarios la competitividad de la economía mexicana. La generación del subempleo y el empleo informal. La generación de los rechazados de las universidades porque nunca se construyó un modelo educativo no para aceptar a todos en la universidad, sino para que existieran alternativas al rechazo.

En la última década 60 mil jóvenes de entre 20 y 24 años murieron asesinados en México (el equivalente a todos los que nacen en Noruega en un año). Tres millones de jóvenes no perciben ningún sueldo; más de 11 millones de los que están integrados al mercado laboral ganan menos de tres salarios mínimos al mes, y solo un millón gana por encima de eso. El nivel de informalidad entre los menores de 24 años es casi de 70 por ciento, lo que agudiza la precariedad laboral y por supuesto el acceso a la salud.

Ser joven, mexicano, en el siglo XXI, es lo más parecido a una condena.

(diego.petersen@informador.com.mx)

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